*Separador: Omnisciente*
Si le preguntaras a un habitante de Lunae o de Argent que ha vivido por más de 100 años "¿Cómo es todo ahora?", te dirían que todo es fabuloso, que se respira paz y que los habitantes de ambos mundos son finalmente libres de ser felices a su manera. Sin embargo, si nos adentramos un poco más en lo profundo, bajo la superficie, descubriremos a habitantes que no están del todo de acuerdo con esa afirmación.
Los demonios han estado excluidos de toda esta paz y armonía en Lunae desde hace una eternidad. Muchos de ellos no sabrían pronunciar ni una sola palabra y solo te recibirían con gruñidos si llegaras a saludarlos.
Esto lo sabe Krista, aquella cazadora que a duros golpes ha aprendido a seguir su corazón, y es justo eso lo que la motiva a hacer lo que hace.
Con un nudo en la garganta, se motiva a caminar rumbo a la enorme sala donde tienen a la chica de la que ha estado enamorada desde hace más de un siglo.
Esperando al fin poder serle sincera y que ella entienda el motivo de todo lo que ha hecho durante este último tiempo.
—¡Ella no lo entenderá!
—Cierra la boca, Blaze—Refunfuñó la pelinegra, intentando evitar que las palabras del demonio se metieran en su cabeza.
Ya tenía suficiente con las dudas y miedos que creaba su desgraciada mente.
—Solo digo la verdad, es una vampiresa. Ellos han vivido la mejor de las vidas allá arriba. No lo va a entender para nada. ¡Ónix, ayúdame a que entienda!
—No, gracias — La voz en calma de su hermano casi lo hace lanzarse encima de él para quitarle el temple de tranquilidad que tanto le irritaba, pero eso no llegó a pasar, gracias a los brazos de su hermano mayor, que lo obligaron a mantenerse en calma.
—Relájate, — Su voz oscura hizo que su hermanito se relajara— Tenemos que dar una buena impresión. Esto es importante para Fera.
Krista y los tres hermanos demonio entraron junto a ella en la enorme sala a donde habían llevado a su rubia.
¿Por qué pitos los trajeron acá?
Fue lo primero que cruzó la mente de la molesta pelinegra.
El enojo de la cazadora se debía principalmente a que ese era el lugar a donde llevaban a los demonios sin alma cuando los capturaban.
Al reconocer a la vampiresa, su corazón dio un gran brinco de emoción y terror. Su estómago se retorció al ver la forma en la que la tenían, amordazada y con una bolsa negra en la cabeza.
Como si ella fuera a recordar el camino hacia acá...
Imbéciles.
Se aproximó hacia el demonio al que le había encomendado esa tarea y negó con la cabeza para que se enterara de su molestia. Ya hablaría con él después.
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Infierno Escarlata (C.E 2)
Fantastik-Segunda parte de Castigo Escarlata- Después de miles y miles de años, la vampiresa Gally Dimmock al fin ha logrado obtener lo que tanto anheló en el pasado: libertad. Lamentablemente, al cumplirse su deseo, todo lo que alguna vez amó le fue arrebat...