06. La dama carmesí

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Damien se encontraba en su oficina, jugando con su propia magia a crear formas de fuego, no se le podía culpar... Pues era una tarde de invierno, lo copos minúsculos color claro decoraban todo por dónde caían, el patio, que solía ser verde la mayor parte del tiempo ahora contenía manchas preciosas y el viento resoplaba de forma tan fría y chocaba con las ventanas cómo si quisiera irrumpir todo lo que el satanista hacía ahí en esa calidez, cubierta con un terciopelo rojo...

Alguien llamó a la puerta.

Damien gruñó de forma suave para luego levantarse e acudir a los golpeteos, pero sintió algo peculiar. Un aroma muy fuerte, embriagador, asfixiante... Se quedó quieto mientras los golpes continuaban en la entrada, ya sabía que se trataba de aquella rubia que no quería ver ni en pintura.

La rubia, irrumpió sin consentimiento en la oficina para encontrar a un Damien con una mascarilla para evitar el contacto con aquel aroma.

-Oh, vamos... Mi perfume nuevo no huele tan mal~

-Sí, sí huele TAN mal -El de ojos carmesí reprochó para luego volver a sentarse sobre la silla de su escritorio, ignorando con la mirada a aquella rubiecita de voluptuosa figura y... Gran personalidad. -Por cierto, ¿Quién carajo te dejó entrar?

-Kenneth.

-¡Maldito!... No le voy a dar sueldo este mes.

-Y supondría que nunca le das sueldo.

Bebe notó que el azabache se quedó callado. Soltó una sonrisa burlona mientras se acercaba, traía consigo misma una pequeña, minúscula cajita.

Damien se percató de la caja, la observó con curiosidad desde su asiento.

-Mira, no vengo a intentar seducirte si eso piensas.

-Nunca pensé en eso.

-Solamente vengo a ofrecerte una muy buena mercancía...

-No quiero cocaína.- El azabache tenia un tono serio combinado con burla, -Ni tampoco marihuana -realmente le gustaba molestar -Tampoco heroína -y digo, MOLESTAR, a Bebe.

-Ugh, debí saber que empezarías con tus bromas, pero, esa no es la mercancía que traigo... - Abrió la caja y comenzó a sacar hermosos trajes, cada uno de un color diferente y más llamativo que el otro...

Damien miró con atención, un tanto impresionado por aquellas prendas de vestir... Las vió un poco sumisas para su estilo, así que las negó.

-No son para usted... Piense en cómo se vería el joven Phillip en estas hermosas prendas~

-¿Qué mierda insinúas?

-Nada... Nada. Solo decía.

-Más te vale... Ramera.

-Yo solo dejaré la mercancía en su escritorio, pues en algún punto le interesará ver al jóven en unas prendas nuevas. No lo dude~

Bebe terminó de hablar y, acto seguido, salió de la oficina, dejando la caja pequeña y las prendas sobre aquel escritorio cuya madera barnizada solía brillar a la luz del fuego

Damien se acercó a la caja con curiosidad en su mirada, le caía mal aquella dama carmesí, pero no podía negar que las prendas eran preciosas y se verían bien en Phillip.

Soltó un suave suspiro, chasqueo los dedos y como si fuera magia negra, las prendas de vestir desaparecieron.

El de cabello azabache solamente volvió a sentarse sobre su silla, pensando severamente en cómo hacer que aquella "Ramera" Nunca volviera a asomar sus tetas por su oficina ni por su visión.

No pasó mucho, Kenneth y Phillip habían pedido permiso para salir de la mansión... Bueno, solamente Phillip. Kenneth era un alma libre que podría incendiar el hogar de Damien y fugarse, pero el rubiecito de ojos claros no podría hacer eso... Ahora era muy leal a su amo cómo para no preguntar si algo está bien o no.

Ambos rubios salieron, Con bufandas, orejeras guantes y chaquetas, para poder soportar el frío intenso de las calles del país.

Phillip temblaba un poco, tratando de mantenerse lo suficientemente cálido para caminar por el concreto cubierto en nieve del momento.

-Oye, Kenneth.

-¿Hhmp?

-Gracias por sacarme de mi antigua casa.

-No es nada.

-No, de verdad... Muchas gracias, sin tí, realmente siento que estaría en un lugar igual de horrible.

-Gracias a tí.

-¿Por?

-Por ser el único que ha logrado cautivar tanto a Damien para no darse cuenta que todavía le debo 700 dólares, y creo que son todavía más...

Phillip se quedó callado por un momento, juzgando a Kenneth con la mirada... Luego soltó una risita entre dientes.

-No es nada, lo que sea por mi salvador.

Tanto caminar abre el apetito y decidieron pasar por una cafetería cercana y pedir algo ligero, un sándwich y un café negro para Kenneth, y para Phillip unos waffles con un Latte.

Trás un largo momento de desayunar y dejar a Damien en la casa solo y a su suerte, salieron de la cafetería con el estómago lleno, el corazón contento y la piel más calentita.

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₍ᐢ🥀ᐢ₎ Y lo dejo aquí pq desde hace meses lo inicie y nunca lo terminé.

Me da pereza, alv.

Pero además, ya casi entro a semana de exámenes... USH, ESO ME PASA POR ACUMULAR TODO...

Ya que.

Dreawyy se despide.

No Merezco Tu Piedad || DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora