Capítulo 32: Voy a matarte

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Ethan sintió que explotaría dentro del pequeño cuerpo de Natasha, así que la empujó cuidadosamente cuando logró llegar al cielo. Después del acalorado baile entre los dos, la había convencido de encontrar un lugar más privado para continuar la fiesta, pero con el pequeño detalle de que serían solo ellos. Verla moverse tan sensual y con la total seguridad de saber exactamente lo que estaba haciendo con su cuerpo lo había puesto en un aprieto bastante grande, uno que se hallaba ajustado en su entrepierna. Natasha accedió a seguirlo a donde fuera que quisiera llevarla, estaba tan dispuesta a todo como también él. Le encantaba, le encantaba esa mujer y su descaro, podía mostrarse tan refinada e imperturbable cuando quería, pero si estaba en la misma sintonía que él no dudaba en mostrarse como una mujer retorcida e indisimulable si del deseo que ambos compartían se hablaba. Heather lo vio completamente desnudo a un lado suyo, posó la mirada en su vientre tan marcado y húmedo por la agitación del momento, y se perdió al bajar por su ingle. Tragó saliva cuando lo vio tan sumido en recuperar el aliento, tener sexo con él siempre había sido algo tan único, tan agradable y adictivo pues conocía todos sus puntos. Quiso sonreír cuando rememoró la vez anterior que lo hicieron y esta última, repetía los mismos esquemas que con ella después de decirle cómo y qué era lo que le gustaba, cuando era Heather y no Natasha. ¿Todavía la seguía pensando? ¿Extrañaba desesperadamente hacerle el amor a Heather e intentaba buscar algo similar al estar con Natasha? 

Ethan la notó pensativa, así que acarició su suave y desnudo muslo llamando su atención.

— ¿Te encuentras bien?

— No lo sé... No sé lo que me pasa para serte sincera, tal vez solo estoy cansada. —observó el reloj en su muñeca y de un brinco se puso de pie, sin importarle seguir enseñando su desnudez—. Ya tengo que irme, es más de medianoche.

— ¿Qué tiene eso de malo? Ya es domingo, Natasha.

— Yo... Ethan, esto que estamos haciendo puede que se sienta increíble, pero está mal por otro lado.

— No sé de qué estás hablando, no hay nada de malo en que tú y yo nos encontremos como más nos gusta. —se incorporó rápidamente y buscó una bata. Heather terminó de vestirse en total silencio—. ¿Acaso hice algo que no te gustó?

La mujer cerró sus ojos y le dijo en un murmuro algo que era tan real como verídico.

— No puedes olvidarme...

— ¿Qué dijiste?

— Es decir, no puedes dejarla ir. Cada vez que estás conmigo, tu cuerpo está unido a mí, me ofrece placer a mí y me explora de mil formas... Pero tu mente está con ella.

— Natasha, creo que estás equivocada. No es para nada así... 

— ¿Equivocada dices? No puedo competir con Heather Ripoll, de eso estoy más que convencida. Supongo que no tengo más opción que resignarme. —masculló con una sonrisa triste. Era tonto sentir tristeza porque él seguía amándola. No, él no la seguía amando igual porque Natasha era quien ocupaba actualmente su mente, qué ridícula situación.

El castaño observaba la escena con total confusión.

— ¿Estás celosa de ella? 

— Lo que sé es que no puedo seguir acostándome con un hombre que piensa en otra mujer mientras me hace suya. Ayúdame, ¿quieres? —replicó caminando hacia él y dándole la espalda, necesitaba que le subiera la cremallera del vestido. Ethan se quedó inmóvil, como si no la hubiera escuchado—. ¡Ethan, por favor!

— Claro. —respondió deslizando el cierre hacia arriba. Sus dedos inconscientemente tocaron la tersa piel de su espalda. ¿Cómo podía pretender que no sentía atracción por ella? Ella estaba más que bien para él, para volver a intentarlo. Estaba listo, realmente estaba listo para seguir avanzando—. Ya está.

Inefable DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora