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De nuevo aquella incomodidad constante rodaba mi mente y aplastaba mi cuerpo, estaba echado tratando de dormir, pero era casi imposible con esa sensación haciendo doler mi estómago. No iba a mentir, sentía algo de miedo. El ambiente era raro.

Es invierno, creo, tal vez ya pasamos al otoño y no pude percatarme por el hecho de que apenas y salía de casa. Era complicado estar tranquilo, de un momento a otro ya no me sentía bien con la gente, eso fue en el verano. La última vez que salí fue a la playa, el recuerdo de el sol golpeando mi piel todavía me hacía sonreír. Pero no quería volver a estar ahí.

Dormir sí que era un reto, mucho más desde que había decidido mudarme a este departamento, había sido por amor, siendo alguien monótono y con rutinas me había costado demasiado tomar la decisión de lanzarme a la nueva aventura de compartir mi vida con alguien más. Pero Hao era distinto, él me hacía sentir correcto y siempre en el lugar necesario, no importaba si yo odiaba dónde estábamos, podía ver su rostro y alegrarme en aquel instante.

Conocerlo había sido mi lotería, en mi primer juego había ganado el premio mayor.

Podía en mi cabeza escenificar perfectamente la primera vez que lo vi, la primera cita, el primer beso, el momento en la que me pidió ser su novio y cada cosa que pasamos en medio de ello. Aunque había tratado de cambiar mi conducta tan recta y tan llena de cosas que al pasar el tiempo me habían hecho chocar con la de Hao, se me hacía imposible el poder hacer algo, era así, siempre había sido así.

Y lo mejor es que él me entendía, sonreía y decía que lo entendía, que podría conmigo y con todo.

Cerré mis ojos, conté hasta diez, pero no podía, no conciliaba el sueño.

Sentía que mi cabeza empezaba a punzar, no solamente era ahora mi estómago, sino el ruido que agobiaba mi cabeza desde mis oídos haciéndose cada vez más fuerte. Presioné entre mis manos las sábanas que me cubrían tratando de contenerme, pero no podía. Sentía frío, hasta la columna, hasta mi cabeza; de pies a punta. Quería gritar, pero nada salía.

Qué era esta sensación. Por qué me estaba ocurriendo a mi.

Cuando pude reaccionar jalé la sábana cubriendo todo mi cuerpo, temblé ante mi propia acción brusca. Abracé mis piernas tratando de ignorar el sonido constante que invadía mi cabeza y a su vez el gran sonido que causaba mi corazón contra mi pecho.

Tenía tanto miedo, presionaba cada vez más mis piernas.

Todavía con los ojos cerrados, inconsciente de lo que me rodeaba, lo que mis oídos podían escuchar era más claro. Eran voces, no muy altas, ni muy bajas, pero se quejaban cada vez más, su fastidio en ellas se hacía cada vez más grande, podía escuchar muy claro, mis ojos no querían abrirse, no quería ver.

Las lágrimas caían.

Hao, pensé.

Cómo era posible que él no pudiese escuchar eso, era tan claro, venían del pasadizo probablemente y él estaba pasando este. Cómo es que no podía venir a salvarme en una situación así.

De pronto y en un acto de valentía abrí mis ojos, todo se detuvo, no ruidos, no miedo, sin voces. Respiré ¿Dónde estaba?

Inhalé y exhalé, fuerte, mi pecho subiendo y bajando al borde de volver a sentir el pánico de hace poco. No estaba en mi habitación, no había ninguna sábana. Estaba parado al final del pasillo cerca a la parte de la cocina del departamento. Temblé, no era la primera vez que me despertaba en un lugar diferente de la casa, pero la sensación que me invadía me hacía sentir incorrecto.

Incorrecto en el hogar que me hacía sentir exactamente lo contrario.

—¿Hanbin?— la voz de Hao ingresó a mi sistema, reaccioné inmediatamente prestándole atención —¿Qué haces aquí? ¿Todo bien?

—Sí, creo que fue un mal sueño nada más.

—Creí que dormir solo te haría sentir mejor, ya me estoy preocupando— se me acercó para abrazarme y yo solo atiné a relajarme en él —Si hay cosas que no están bien no dudes en decírmelo cariño, tal vez deberíamos revisar mejor eso.

—No te preocupes bebé, ya verás que descansando estaré mejor— envolví su cuerpo con ambos brazos —Extraño dormir contigo.

Al presionar más mis brazos sobre su cintura sentí un ardor que atravesó desde mis manos hasta mis codos. Abrí los ojos notando que Hao estaba empapado de sangre, mis brazos lo estaban también.

¿Qué?

—¿Hanbin?— Hao me vio, su preocupación saliendo por cada uno de sus ojos.

No era la primera vez que tenía pesadillas, no era la primera vez que era sonámbulo, pero era la primera vez que había despertado con los brazos de esta forma.

Eran cortes, cortes sin orden.

¿Qué me estaba ocurriendo?

incertitude - haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora