5- Irresistible

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-¿Ya lo mataste?- pregunta Cassandra sentada tranquilamente en el sillón de la sala de mi mansión. No me dirige la mirada, parece muy concentrada en limar sus uñas rojas.

-No, quiero probarlo primero, jugar un poco con él... luego lo mataré.- respondo sincero, sentándome en el sillón que está a su lado.

-¿Entonces por qué te pusiste como loco cuando estaba inconsciente? Nunca te había visto tan desesperado... bueno, solo cuando...

-Cassandra.- le interrumpo con el ceño fruncido. Ella revolea los ojos y sigue limando sus uñas, mostrando cansancio ante mis reproches. Aquello sólo logra enfurecerme más. Me pongo de pie con brusquedad y me acerco a ella sin relajar mi ceño.- Pensé que te había dicho que te fueras. ¡Largo!- le ordeno, agarrándola del brazo para arrastrarla hacia la puerta.

-¡Está bien! ¡Está bien! No me trates como si fuera un demonio, Miguel.- se queja entre forcejeos. La ignoro y abro la puerta para luego empujarla hacia el exterior. Ella voltea molesta, y clava sus peculiares ojos en los míos.- Solo no te encariñes con el humano... sabes que si...- empieza a decir, pero antes de que termine le cierro la puerta en la cara sin culpa alguna, dejándola afuera definitivamente.

-No hace falta que me lo repitas constantemente- susurro con el ceño fruncido una vez que estoy solo en el salón.

Camino lentamente hasta el sillón y me dejo caer en él nuevamente, escondiendo mis alas con lentitud. 

Suspiro.

Estoy cansado de todo esto, aunque no lo demuestre, a veces yo también extraño nuestro mundo, nuestro hogar. El mundo de los ángeles negros, el cual recibe el nombre de "Túlgrüda", ese lugar al que los humanos suelen llamar "Luna" en su lengua. Solo por un error, Cassandra y yo fuimos desterrados. Sé muy bien que ella me odia por eso, pero no me arrepiento de nuestros actos. Yo jamás me arrepiento de mis actos. Pero ahora... ahora nos mandan al sucio mundo del hombre a cumplir una misión que es imposible, y solo cuando logremos aquello podremos volver. Patético. Cada vez que pienso en ello me enojo con la superiora.

Ella  fue quien nos desterró, ni siquiera se mostró ante nosotros, solo le ordenó a sus ángeles servidores que nos echaran a patadas con esta estúpida misión por delante. Nuestra superiora nunca se muestra a menos que sea sumamente necesario. Y a pesar de ser la líder de todo nuestro mundo, nadie sabe exactamente cómo es físicamente. Los pocos que lo saben no se atreven a decir ni una palabra. Seguramente ella los tiene controlados y bajo amenaza.

Pero a pesar de todo... no puedo quejarme. Gracias al hecho de que nos permitieron conservar nuestras habilidades y nuestras alas, puedo hacer lo que yo quiera en este mundo. Los humanos son muy divertidos y manipulables, sin mencionar que su sangre es lo más delicioso que existe. Es incluso más sabrosa que la de los ángeles... más deliciosa que la de los simples humanos ya sin vida. La sangre viva del hombre definitivamente nos otorga muchas más fuerzas que ninguna otra.

Y ahora tengo a un humano cautivo en mi mansión, aunque casi nunca estoy aquí porque me gusta salir a cazar toda la noche y suelo dormir en el día, solo tengo este lugar para descansar cuando los rayos de luz molestan a mis ojos adaptados a la oscuridad.

Miro hacia las escaleras, pensando en que tal vez fui muy duro con el chico. Me pregunto cuál fue la causa por la cual decidió suicidarse. Aquello me desconcertó un poco. Menos mal que Cassandra lo encontró... debería agradecerle por ello. Algún día. Sí...

La imagen del rostro de Rubén viene a mi mente pensativa. Se veía tan asustado, tan temeroso. De solo imaginármelo siento unas terribles ganas de arrancarle el cuello y beberme toda su sangre sin retenimiento alguno. Pero no debo, aún no. Quiero conocerlo, jugar un poco con él de todas las maneras posibles, hacerlo caer rendido ante mí. Será divertido. Y cuando esté destrozado probaré su, de seguro, delicioso néctar, aunque tal vez lo haga antes, ya no lo sé con exactitud. Todo terminará dependiendo de mi auto-control, como siempre.

El Brillo de la Oscuridad (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora