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Aidan Gallagher

"Carajo, es solo una niña" me repetía una y otra vez, una y otra vez sin parar. Pero el alcohol en mi interior, la música alta, las luces, el que nadie nos prestara atención; mi deseo, simplemente estaba en una guerra contra mis propios pensamientos.

Leah se tensó en cuanto mi mano acarició su muslo, lo sabía porque su respiración se agitó y estaba totalmente inmóvil frente a mi.

Me acerque a su oído y jugué un poco con el lóbulo de su oreja con mi nariz. Escuché un jadeo de su parte al pegar completamente nuestros cuerpos. Mis manos se mantenían firmes en sus caderas y las suyas estaban sobre las mías intentando quitarlas de alguna forma.

— Aidan... —escuché un susurro y me acerqué a la curvatura de su cuello absorbiendo por completo su aroma— ¿Qué estás haciendo? —preguntó con nervios. Jamás la había escuchado tartamudear así y eso solo me hacía descontrolarme más.

— Bailando contigo, ¿qué más? —moví mis caderas a propósito ocasionando un pequeño vaivén y sus piernas temblaron.

Mi mano izquierda acarició su abdomen claramente marcado aún debajo de ese vestido, sentir su cuerpo solo dejaba que mi imaginación volara aún más.  Fui bajando poco a poco hasta llegar a su muslo pero al mismo tiempo empecé a subir lentamente adentrándola a su vestido. Mis dedos rozaron con su entrepierna y apreté la mandíbula al no poder ir más allá.

— Aidan, espera.. —suplicó y se encorvó ligeramente lo que ocasionó más roce entre nosotros e inesperadamente me hizo soltar un gruñido.

Alejé mi rostro de su cuello y posteriormente mis manos no sin antes acariciar lo que pude. Suspiré pesadamente mientras veía hacia arriba. Al abrir los ojos la mire frente a mi estaba totalmente roja, nerviosa y sorprendida.

La cague.

— Leah... —intenté tomarla de las mejillas pero retrocedió un poco.

Genial, ahora me verá como un maldito pedófilo.

— Yo.. —volvió a tartamudear y noté como un chico se acercó a ella.

— Leah, ¿todo en orden? —me observó de pies a cabeza con un semblante serio. ¿Y este qué?.

— Si —respondió rápidamente volteando a verlo. Fruncí el ceño.

— ¿Te estaba molestando? —le preguntó y levanté las cejas con ironía.

Yo creo que era todo lo contrario.

— No, todo en orden. ¿Donde está Sasha? —preguntó ella tratando de disimular los nervios.

— En el baño, vomitando. Vamos —el tipo la tomo de la mano y sin más se alejaron.

Estoy confundido.

¿Quién era ese tipo?

¿Y por qué carajos no me había podido controlar esta vez?

Leah era una chica bellísima. Era inteligente, amable, ambientalista, carismática, era simplemente el tipo de chica que sin duda un tipo como yo quisiera tener. Pero era menor, por cinco malditos años.

Era una tortura tenerla de vecina y no poder hacer nada para conquistarla por ese tema. Es decir, sus padres eran grandes amigos de los míos, y yo también tengo una excelente relación con ellos. Tanto que incluso me han llegado a llamar "hijo". Imagínense cómo se pondrán al saber las imágenes tan especificas que tengo en mi habitación con su hija.

Pero no podía controlarlo, por más que lo intentara; Leah era mi perdición.
La manera en la que me miraba, el como me demostraba respeto, se veía tan.. sumisa, Yam inexperta en estos temas y me dejaba todo a la simple imaginación.

 𝑆𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝐼𝑚𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒 | 𝐴𝑖𝑑𝑎𝑛 𝐺𝑎𝑙𝑙𝑎𝑔ℎ𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora