Capítulo 8: Fiesta

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Después de la oración de Will, ambos asintieron. El llevó de la mano al pelinegro, pero este estaba con una corazonada muy fuerte, aunque no le alcanzó el tiempo para hablar más con el castaño, juraba que había escuchado todas y cada una de sus palabras.

Pero no... eso no podía ser. Quiso atribuirle la culpa de que, quizá, estaba paranoico, o quizá, estaba imaginando cosas. Sí, eso debía de ser.

Cuando todo el grupo se reencontró en la sala, se saludaron como correspondía y, finalmente, salieron para disfrutar de la joven noche que Hawkins les ofrecía. Llegaron a Starcourt mall y les tocó hacer fila para entrar al dichoso pub. Esperar otros 5 minutos. Sí, nada podía salir mal.

Los chicos y chicas de la fila, como era de esperarse, saludaron a ese grupo en particular, pues, desde que salvaran a todo Hawkins, se habían vuelto populares. Los muchachos con novia, saludaban educadamente. Dustin, aunque no estuviera Suzie, saludaba de igual forma. Su ausencia no significaba que se excediera de coqueto.

¿Pero, Will?

Eso ya era otro cantar.

Will no desaprovechó la oportunidad y correspondió a toda sonrisa o coqueteo que chica o chico le dirigiera. Reía y hablaba de lo más relajado. Como si esa fuera la noche. Su noche. Los del grupo quedaron gratamente sorprendidos. Will... el dulce y pequeño Will había crecido. Y estaba más bueno que el pan con mantequilla. Dote o cualidad que todos en el pub empezaron a notar.

Will brillaba, por completo y por sí mismo. Maxine que había notado esa actitud, sonrió orgullosa, más en el fondo un presentimiento le dijo que algo tuvo que ver con lo de hace un momento. Mike tenía cara de idiota, observando su desenvolvimiento. Lucas y Dustin aplaudían. En tanto El, también admiraba la diferente faceta que mostraba su hermanastro.

Mostraron identificaciones y, al entrar, aquella atención dada en el castaño no cesó. Apartaron una mesa para los 6 y pidieron algo para tomar. Jugos y una jugarreta de Max Mayfield para conseguir un par de cervezas. La edad legal para beber era 21, pero no había nada que un coqueteo y buena labia no pudiera lograr.

Talentos. Así los llamaba Max.

— Y... ¡Aquí tienen! — Maxine regresó, orgullosa, con un six pack de cerveza y una pequeña botella de vodka.

— Wow, ¿Cómo lo hiciste? — Sinclair preguntó.

— Se dice el pecado pero no el pecador, cariño.

— Cielos... — articuló Lucas, estúpido. Acción que se incrementó al recibir un efusivo beso por parte de la pelirroja.

Dustin rodó ojos de nuevo y negó con la cabeza, Will imitó su gesto pero Mike estaba ansioso, Will había empezado a armar charla y se dirigía a todos menos a él. Ni una mirada. Una sonrisa. Nada.

El pelinegro no podía más, y ahora no podía ni preguntar porque El lo tenía del brazo y estaban muy apegados y juntos. Mierda. Aquello empeoró cuando vio a Will mirando a un tipo de la barra. Misma edad, castaño, alto y un porte del demonio.

¿Era su imaginación o ya no tenía tapujos en mirar a sus futuros gustos?

Una sonrisa. ¡Estaba coqueteando! El tipo le hizo una seña y Will asintió. Una canción sonó y el castaño articuló:

— No sé ustedes, pero la noche es joven, voy a bailar. — soltó Byers, más radiante que nunca. Todos se sorprendieron una vez más, pero en Max ocurrió el doble. Siempre era ella quien le ganaba, mas ahora las manos inquietas de Lucas no le daban tregua.

Mierda.

Ambos muchachos se encontraron en la sala de baile, una canción muy sexy empezó a sonar, y el castaño más alto agarró a Will de la cintura, apegándolo hacia él. Will se dejó hacer, lo agarró del cuello y dejó que la música les guiara.

ByersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora