Capitulo1

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Cinco años antes....

El primer día de universidad le emociona a todos los jovenes, la mayoría llegan con la ilusión de empezar una vida nueva a donde forjarían el camino hacia un mejor futuro. Para Katsuki no fue así, su omega, con quien había planeado su vida desde que tiene uso razón, había desaparecido sin dejar rastro casi tres años atrás. Aún un día antes de iniciar las clases lo buscó como loco hasta debajo de las piedras, ninguna persona podía desaparecer de la nada, sin dejar rastro, pero él lo había hecho, se negaba a creer que lo había abandonado, su precioso pecoso no podía haberle hecho eso, uno no finge amor, sobre todo él, siempre fue muy transparente. Muchas ocasiones su mente le jugó chueco, llenándose de pensamientos negativos sobre no ser amado por el chico, pero otras veces su instinto le decía que no se rindiera, sobre todo su lobo enigma interior, él siempre se mantuvo seguro de que era amado aunque no estuvieran en el mismo lugar.

Se pasó semanas enteras yendo día tras día a la casa de su omega, buscando ahí, en sus padres alguna respuesta sobre su paradero, pero lo único que conseguía era escuchar los lloriqueos de su madre, quien aunque no emitía palabra sobre lo sucedido, lloraba desconsolada por el dolor de su hijo y del tierno Katsuki, quien es hijo de su mejor amiga, y los insultos del señor Midoriya, quien le recordaba que no era lo suficientemente bueno para su cachorro, que él merecía algo mejor y que eso es lo que había ocurrido, lo había dejado por encontrar a alguien mejor.

Aunque le dolían las palabras se negaba a creerlas, su dulce peliverde no podía haberlo cambiado por alguien más, aunque tan solo tenían 16 años, sabían perfectamente bien que eran el uno para el otro, aparte de ser amigos de la infancia, también eran destinados, nadie en su sano juicio rechazaría a su destinado.

Su primer día de universidad fue un poco tortuoso al tener tantos recuerdos en su mente, tantas ilusiones no cumplidas y el fantasma pecoso pegado a su vida, no pudo disfrutarlo como realmente debería ya que en su mente siempre aparecía la frase "Izuku tendría que estar aquí, tomando mi mano para empezar nuestro futuro juntos", muchas veces planearon que al ir a la universidad rentarían un departamento juntos, compartirían gastos, compartirían todo, pero no pudo ser así.

-Hola - Un alfa pelirrojo se le acercó aquel primer día, intentando ser amable, era nuevo en la ciudad y quería tener nuevos amigos o eso fue lo que le dijo cuando le preguntó tiempo después porque había decidido hablarle si siempre cargaba consigo una cara de pocos amigos muy evidente. La verdadera razón por la que le habló, fue porque vio el evidente sufrimiento en su rostro -Mi nombre es Eijiro Kirishima -

-Tsk, ¿Qué quieres? - Su forma de ser se volvió amargada, no quería tener contacto con otra gente, mucho menos con otros omegas, lo único que quería era al suyo de vuelta -

-Te ví en clase de matemáticas, y ya que han pedido hacer equipos quería saber si quieres estar en el mío, aun nos falta un integrante -

-Tsk, Como sea -

A partir de ese día comenzaron a llevarse bien, el pelirrojo siempre intentaba levantar al rubio aunque no supiera que era lo que estaba pasando dentro de su mente, nunca les contó su tragedia, siempre fue de los que les gustó llorar solo su dolor.

Es así como llegamos a este momento 7 años después de la desaparición y 5 años después de haber conocido a Eijiro y a los demás, estando en ese oscuro callejón, frente al omega que creyó perdido para siempre.

-¿Deku? - se agacha hasta el omega peliverde, el cual está sangrando ligeramente de las piernas al haber sido rasguñado por los alfas en el afán de quitar su pantalón, el cual afortunadamente solo rasgaron. Al mencionado se le llenan los ojos de lagrimas, siente unas inmensas ganas de llorar y el alivio lo invade por completo. El alfa lo levanta en brazos, lo tapa con su chaqueta de cuero, la cual prácticamente lo cubre por completo, sabe que el cachorro los espera y no quiere que vea a su madre toda ensangrentada y herida. Una vez en sus brazos se acurruca contra su pecho para absorber mejor su aroma a caramelo quemado, suspirando antes de desmayarse -

El amor que se creía perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora