Capítulo II: El recuerdo de aquellos ojos verdes

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1 de Septiembre de 1991

En los dos años en los que Cedric había estado en Hogwarts, nunca se había armado semejante alboroto en los pasillos del expreso del colegio; estudiantes iban de un lado a otro esparciendo el rumor de que al parecer, Harry Potter iniciaría su primer curso en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por supuesto, como a la mayoría, a Cedric le había llamado bastante la atención esa información, puesto que como la mayoría de sus compañeros, había escuchado hablar de él durante toda su vida. El nombre de aquel niño que libró al mundo mágico de las garras de Lord Voldemort (mejor conocido como El que no debe ser nombrado) presentaba una figura atractiva, puesto que su misma imagen ha representado durante diez años un símbolo de esperanza y fortaleza; no obstante, aquel pequeño Cedric de trece (casi catorce años) no se imaginaba siquiera la mínima parte de lo que Harry Potter impactaría en su vida. Durante el trayecto, Cedric imaginó junto a sus amigos cómo sería el chico; se preguntaban cómo sería, si tendría una cicatriz en forma de rayo, o si acaso recordaría algo de la noche que el Señor Oscuro había atacado el Valle de Godric.

Cuando llegaron al colegio, Cedric intentó identificar al chico entre la multitud de alumnos de primer año que seguían a Hagrid hacia los botes; sin embargo, era tanta la multitud que se disponía llegar hacia los carruajes, que apenas había logrado visualizar la cabeza pelirroja del hermano menor de los gemelos Weasley. Cuando llegaron al Gran Comedor, el barullo montado por todos los estudiantes se extendía por la habitación, todos los estudiantes se mantenían a la expectativa de la aparición de los estudiantes de primer curso, puesto que hacía años que no había una ceremonia de selección tan intrigante, ¿y cómo no iba a serlo, si todas las casas tenían deseos de saber en cuál quedaría el famoso niño que vivió?

Cuando la profesora McGonagall entró al Gran Comedor seguida de todos los estudiantes de primer curso, se hizo un silencio automático, expectante. Los estudiantes llegaron al pie de la tarima que separaba la mesa de los profesores y las cuatro mesas de estudiantes, segundos después, la atención estaba dirigida hacia el viejo sombrero seleccionador del colegio, el cual, como en todos los años, comenzó a cantar marcando el inicio de la ceremonia de selección.

Consulte canción del Sombrero Seleccionador en Harry Potter y la piedra filosofal, capítulo VII.

Una vez la canción del Sombrero terminó, la profesora McGonagall comenzó a dar instrucciones respecto a la ceremonia.

- Cuando diga su nombre, deberán sentarse en el taburete y colocarse el sombrero para que los seleccionen. - dijo con voz decidida. - Abbott, Hannah.

Una niña de rostro rosado y bonitas trenzas rubias subió tímidamente hacia el taburete, se colocó el sombrero en la cabeza, y entonces se hizo un momento de silencio en todo el comedor.

- ¡HUFFLEPUFF! - exclamó el sombrero con ímpetu. Cedric se unió al fuerte aplauso que emano de la mesa de los tejones a su nueva miembro. Con la misma calidez, la mesa de Hufflepuff recibió a los demás miembros, como Bones, Susan; Finch-Fletchley, Justin; McMillan, Ernie; entre otros, no obstante, se hizo un silencio tenso cuando de los labios de la profesora McGonagall salieron las palabras;

- Potter, Harry. - seguido del silencio, los murmullos estallaron como cohetes a lo largo del Gran Comedor. Cedric, quedó sorprendido cuando vio subir a un chico bajito, con el cabello negro azabache totalmente alborotado y unos ojos verde esmeralda detrás de unas gafas redondas. Nunca fue capaz de explicar qué es lo que sintió aquella vez que lo vio, ni por qué le costó tanto trabajo apartar la vista de él. Mantuvo su mirada fija en el chico mientras tímidamente se colocaba el sombrero, (cosa que a Cedric le pareció extrañamente adorable). Los minutos pasaban con una enorme lentitud; los estudiantes mantenían su vista fija en Harry esperando ver quién iba a tener el honor de tener al niño que vivió entre sus filas. Cedric, por su parte, estaba deseando escuchar que el sombrero exclamara sonoramente ¡HUFFLEPUFF! sin entender si aquel deseo venía como una especie de competencia interna con las otras casas, o si había algo más allá de eso; sin embargo, cuando por fin el sombrero exclamó la casa del chico, Cedric sintió cómo la decepción inundaba su pecho.

Entre dragones, sirenas, laberintos y un cementerio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora