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Jungkook lucía como si quisiera devorarla de un solo bocado. Sacudiéndose su excitación, ella metió las piernas en la bañera. Se sentó. El agua le llegaba hasta su vientre y estaba calentada a la temperatura correcta.

Jungkook tomó una barra de jabón, aseándola como nadie lo había hecho antes, incluyendo a su madre cuando era pequeña. Trabajó meticulosamente, lavando su cabello y jabonando cada centímetro de su cuerpo. Cuando anunció que había
terminado, estaba tan limpia que relucía.

Jungkook se paró y agarró una toalla del gabinete.

—Párate —Jen obedeció sin decir ni pío. Se aferró al borde del lavabo mientras Jungkook sistemáticamente secaba su cuerpo. Se sentía extraño que alguien le prestara este tipo de atención. Y Jungkook lo hizo amorosamente, lo que lo hacía más raro.

Casi no conocía al tipo. Pero hasta ahora, todo lo que él hizo se sintió correcto.

Como si todo estuviera destinado a ser. No se sentía igual con Seth.
El hombre que intentó asesinarla.
Trató de apartar ese pensamiento hasta el fondo de su mente. No podía.

Algo la molestaba como el infierno. Dos semanas después de que Seth le pidiera que se casaran, había querido que firmara los papeles del seguro de vida, con él como el beneficiario.

Seth la llamó una red de seguridad, ya que iban a casarse y construirían un futuro, juntos. Ella los firmó, viendo que él también había tomado otra póliza para sí mismo, con ella como su beneficiaria.

No había nada malo con ello. Creía que Seth solo estaba haciendo lo correcto.

¿Qué sabía ella sobre planificación financiera? Además, era una profesora de kindergarten, y Seth era un banquero exitoso.

¿Habría estado dispuesto a matarla por una póliza de cinco millones de
dólares? Había visto a personas matar a otras por mucho menos.

Jen apretó los dientes. La amarga realidad se hundió en su cerebro.

Pestañeó.

Un dolor agudo aceleró su corazón.

𝗟𝗮𝘀𝗰𝗶𝘃𝗶𝗮 | JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora