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—Jesús, nena —Jungkook tomó un profundo aliento—. Eres tan adictiva —Su mano se deslizó hasta su trasero, amasando, tanteando, como si se muriera si no lo hacía.

Su corazón se aceleró otra vez. Sintió su polla creciendo duramente contra ella.

Frotó su pelvis contra la suya con cada golpe de su lengua. Cerró los ojos.

Jungkook era... enorme.

Hizo un camino de besos de mariposa detrás de su oreja, el costado de su mandíbula, el cuello.

Ella se estremeció de placer. Cada toque con su lengua se sentía como fuego abrazador que hacía arder su piel y la sacudía en un éxtasis más profundo. Él deslizó sus manos hacia sus senos y los amasó. Jen se tensó.

Sus dedos pellizcaron sus pezones, rodando y tirando de ellos, por lo
que cada fricción agitaba un exquisito placer que iba directo a su coño.

Oh Dios. Pensó. Las sensaciones eran increíblemente pecaminosas.

Jungkook soltó sus senos y metió su mano por entre los muslos. Él canturreó con placer cuando la encontró mojada.

—Qué bueno —dijo—. Justo como me gusta.

—Jungkook... —Ella se quedó sin aliento cuando acarició y separó los labios de su coño.

Uno de sus dedos halló su entrada. Se tensó cuando lo empujó en su
interior. Su coño se contrajo y se oprimió entorno a su dedo.

—Tan apretada —Gimió Jungkook. El sudor corría por sus sienes—. Joder. ¿Eres virgen?

Su rostro enrojeció.

—No —contestó en voz baja.

—Tan malditamente apretada. Tan malditamente mojada. Me encanta —Jungkook la folló con su dedo.

Lento al comienzo, pero cuando ella jadeó, entonces apresuró sus estocadas.

—Quiero ver cómo te corres primero antes de follarte con mi polla.

—Yo... —Ella se removió.

𝗟𝗮𝘀𝗰𝗶𝘃𝗶𝗮 | JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora