CAPÍTULO 55

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HOY ES SOLO UNO, POR FALTA DE TIEMPO. PIDO ME DISCULPEN.

LOS ERRORES SERÁN CORREGIDOS LUEGO

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A medida que el público empezó a abandonar el recinto, a mí se me aceleró el corazón en el pecho. Sí. Ya había visto los delfines en su espectáculo, y había pegado tremendos gritos de emoción como una niña, cuando la entrenadora los presentó. Pero es que lo qué ya iba a pasar era mucho más monumental. Andrew me había conseguido ese pase VIP para tenerlos de cerca, cuando todos los asistentes al espectáculo se iban, y aunque me moría por verlos y tocarlo - si era posible - no sabía si mi niña interior estaba preparada para ver su sueño volverse realidad.

Las puertas se cerraron y la encargada de la función nos hizo una señal para que nos acercaramos al escenario.

--¿Lista?--Andrew se puso de pie y me extendió la mano.

Inhalé hondo y temblando, puse mi mano helada en la suya y lo seguí por las escalas.

Pocos pasos me separaban de ese sueño que tantas veces le pedí a las estrellas y le rogué a Dios por verlo realizado con mamá.

Esto era por ella.

La instructora nos saludó amablemente y luego de recibir la credencial que teníamos por ser VIP, me hizo seguirla para cambiarme y ponerme traje especial. Miré a Andrew mientras cruzaba las puertas.

--Vamos, preciosa. Estás a punto de triunfar.

Y desaparecí de su vista.



Quince minutos después, ya estaba lista dentro del traje completo, como si fuera un buzo, pero sin las caretas y oxígeno. Andrew seguía detrás de la reja que separaba las salidas de las piscinas, y me miraba con una sonrisa, haciéndome también fotografías. No pude evitar sonreír como una cría cuando la instructora me enseñó donde estaban los delfines con otros entrenadores.

--Ya estamos listos, Mónica. Quiero presentarte a tus nuevos amigos por estos diez minutos. Vixhen y Willy. Dos delfines, hembra y macho.

Me cubrí la boca sin poderlo creer, por lo cerca que los tenía. Eran hermosos. Iban y venían y se acercaban hasta la orilla donde yo estaba.

--Puedes entrar a la piscina con ellos.

--¡¿De verdad?!--la miré emocionada.

--Claro. Son tranquilos y puedes tocarlos. Los entrenadores están con ellos.

Así que siguiendo sus indicaciones, entré a la piscina y los acaricié, aunque con las manos temblorosas por la emoción. Hicieron su característico sonido, y no se molestaron cuando les toqué la cabeza. La piel resbaladiza por el agua. Una risita nerviosa llenó mis pulmones.

No creí que pudiera lograrlo, y aquí estaba. Lágrimas llenaron mis ojos, mientras tocaba sus aletas.

--Hola, bonitos.

--Esta es Vixhen--me señaló, una de las cuidadoras--la hembra--la acaricié--y este es Willy. Saluden a Mónica, chicos.

Volvieron a silbar, y reí cuando me salpicaron agua.

--Están felices por tenerte aquí.

Miré a mi esposo y él estaba tan feliz como yo, sin soltar la cámara y sin dejar de hacerme vídeos y fotografías.

--¡¿Los ves?!--le grité

--Claro que sí, mi amor. Cumpliste tu sueño.

Luego de eso, los delfines hicieron dos trucos para mí, y dejaron que fuera yo quien les diera sus premios por las acrobacias. Sentada en la orilla de la piscina, los vi y jugué con ellos. Y fueron los mejores diez minutos del mundo. Cuando los instructores anunciaron que el tiempo se había acabado, los devolvieron al acuario y me hicieron salir a mi, para cambiarme y seguir disfrutando del parque. Caminé hasta la baranda donde aún permanecía Andrew, cuidando no caerme por el suelo resbaloso.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora