Candy

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Su padre la visitaba cada semana como había prometido, no invadiendo los espacios personales y respetando los horarios de visita. Aportaba una gran cantidad de dinero a la casa, le llevó sabanas nuevas, comida decente, cortinas, flores, y le daba tarjetas para que saliera a comprarse ropa, eso fue algo nuevo para ella. Le costaba trabajo aceptar todos los beneficios de tener a Sasuke como papá, desde hace tiempo ella misma se compraba la ropa y que alguien le brindara esa atención era novedoso y difícil de procesar, pero lo que más le sorprendía era la relación que Sasuke tenía con su madre como si hubiesen estado en contacto la mayor parte de los años, la conexión que existía entre ellos se notaba a kilómetros de distancia al igual que las miradas que se brindaban, como si se leyeran los pensamientos. Hablaban del pasado como si hubiesen estado juntos, reconfortándose con aquellas historias que no pudieron ser entre ellos, involucrándose en esos escenarios.

—Creo que esto se vería bien con una pintada—Comentó Sakura, tomando una blusa entre la montaña de ropa que había en la tarima

Había notado que Sarada seguía sobresaltándose con ruidos fuertes y con los empujones de la gente, no quiso preguntarle más acerca del asalto, pero intuía que algo había resultado mal. Hace días se lo había comentado a Sasuke y este sugirió que Suigetsu podía acompañarla, pero para Sakura era demasiado, inclusive para Sarada.

—¿Y lo divertido de combatir con esta gente por ropa usada es?—Comentó, arrojando la ropa con cierto desprecio

—El fast-fashion—Bufó Sarada—No podemos estar contribuyendo a una industria que explota a sus trabajadores

Sasuke miro a Sakura quien asentía, este se rindió y fingió irse a otros puestos a buscar algo que le sirviera.

—¿De verdad mamá? ¿Tenía que venir?

—Es mi día libre, de hecho, ni tendría que estar aquí, te dije anoche que iba a salir con él, seguimos poniéndonos al día, estableciendo acuerdos acerca de lo que sucederá, no es fácil Sarada

—Lo olvide—Mencionó, tenía demasiadas cosas en la cabeza para poner atención a lo que le decían

—Pero mira—Sacó un vestido con etiqueta—Esta lindo

Sasuke regresó con un par de plantas, sonriendo, mostrándoselas a Sakura.

Sarada caminaba detrás de ellos observando sus platicas, los gestos que él tenía hacia su madre, tratando de analizar la situación, ¿Realmente él sería igual que todos? Porque parecía atento, escuchaba, y daba comentarios cuando se los pedían, no imponía, no interrumpía, su manera de hablar era demasiado formal aunque quisiera hablarle con los modismos que ellas usan.

Se detuvieron ante el puesto de aguas frescas, Sarada gritó al escuchar al señor de los camotes, soltando maldiciones después. Sus papás la voltearon a ver.

—Estoy bien—Les dijo

—La gente normal no grita con ese sonido

—Tengo el oído muy sensible—Se excuso

Es cierto que la paranoia todavía no se iba, los sentimientos de que alguien la observaba estaban presentes, y temía salir sola durante el día. Le había pedido a Kakashi que le diera el turno de la tarde y este había aceptado, era algo bueno para ella, aún no se sentía con la capacidad de salir de noche ni de enfrentarse a alguien, a penas permitía que la tocaran y que le hablaran con un tono de voz mayor al que normalmente usaban.

Ahora ella caminaba delante, tratando de demostrarle a su madre que estaba bien, que podía con los sonidos fuertes y extraños. Quería verse segura ante los ojos de su madre, porque esa mirada que le había dado significaba que sospechaba de su estabilidad, notaba la preocupación y no podía echarse encima la responsabilidad de que su madre la monitoreara; De por sí, le costaba trabajo demostrarle que sabía defenderse, que no llamaría a la policía en situaciones de peligro, esta vez no pudo omitirle la verdad, ella había participado con los vecinos y por suerte no vino la autoridad, sabía que cerca de ahí existía un punto, y que los viejos que se creían narcos no dudarían un segundo en amenazar a cualquier persona que creyeran que era sospechosa. Las únicas que no encajaban en el barrio eran ella y su madre, por lo que sospecharían de ambas en primer lugar, pero gracias a los vecinos eso no sucedió, ahora veían a Sarada como la niña valiente que le entra a los pu/tazos.

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