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Jungkook decidió salir a la cocina, horas después, luego de una larga ducha.

Jennifer seguía profundamente dormida en su cama. Pensó que tendría hambre cuando despertara y quiso hacerle algo de comer. No sería pronto, supuso.

Él la dejó como un estropajo con sus rabiosas folladas y orgasmos
múltiples. Ella era como un afrodisíaco.

Cada vez que pensaba que había terminado, el olor de su aroma intoxicante había dejado su pene completamente erecto y duro otra vez. Voraz. Por primera vez en su vida, no tenía dominio de sí mismo, impulsado por la constante lucha entre su cerebro y su polla.

Su polla ganó.

Taehyung y su primo, Jimin, lo saludaron con amplias sonrisas mientras entraba en la cocina.

Habían siete miembros de la manada actualmente viviendo en la casa principal K’stal, todos hombres, y todos solteros. Y cuando uno de ellos reclamaba a su compañera, poco después, se mudaban para comenzar una familia. Habían pasado años desde la última vez que un cambiaformas K’stal traía a una mujer.

Jennifer había convertido a su manada en socarrones.

—¿Y? ¿Cómo estuvo? —Taehyung le lanzó una pulla.

La pregunta era mayormente retórica. Con todos los gritos viniendo de su habitación, suponía que ya todos conocían la respuesta.

Jungkook eligió mantener silencio, ya que su hermano no tenía derecho a hablar, siendo más ruidoso que
una gata chiflada. Él cambió el tema.

—¿Viste a alguien conduciendo un jeep buscándola?

—¿Estás bromenado, verdad? Pensé que fue dejada para morir —Inquirió Taehyung, rascándose la barbilla, pensativo—. No he visto a nadie desde que la rescataste. ¿Crees que alguien regresará por ella?

𝗟𝗮𝘀𝗰𝗶𝘃𝗶𝗮 | JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora