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Ella cerró sus muslos.

—¿Un rapidito al aire libre? No lo creo. No soy tan aventurera. ¿Qué pasa si alguien nos ve?

—¿Como quién? —Jungkook lanzó la barbilla en la dirección de la laguna—. ¿Dos rinocerontes? ¿Ese elefante? Sip, como si les importara.

Jen miró hacia abajo. Tenía razón. No había nadie más alrededor además de ellos por el momento. El hermano y el primo de Jungkook habían ido al pueblo a comprar provisiones y gasolina para los generadores.

Ellos no regresarían hasta el atardecer. Se hallaban completamente solos.

Aún así, la sugerencia sonaba francamente escandalosa para ella.
Sin embargo, Jungkook persistió.

Quitó su pata y tocó su pierna con la punta de la nariz.

—Solo una lamida rápida. ¿Por favor?

Él la convenció con el por favor. Ella era una idiota por los caballeros corteses. Hombres-leones. Como sea. Y además, ella no llevaba pantaletas. Jungkook había insistido en que fuera sin ellas a todos lados.

Él le compró un armario lleno de ropa después de que decidiera quedarse ahí, pero convenientemente olvidó la ropa interior.

Él fruncía el ceño cuando usaba las que trajo con ella para las vacaciones. Le molestaban, había dicho.

Jen miró por sobre el hombro y decidió qué diablos. Nunca podía decirle que no a Jungkook. Y para ser honesta, se encontraba tan caliente como él lo estaba.

Tímidamente, levantó el borde de su vestido blanco y abrió las piernas.

Jungkook rápidamente se abalanzó sobre ella, con su gran boca en su coño. Su corazón saltó cuando sintió su lengua como papel de lija que lamía su húmeda crema.

Jen se hallaba perdida.

𝗟𝗮𝘀𝗰𝗶𝘃𝗶𝗮 | JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora