CAPÍTULO 2: PESADILLAS

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 "¿Para que te esfuerzas? No ganarás nada salvando a quienes ni tu asco se merecen"

De nuevo la maldita voz lo despertaba en su campamento a medio camino hacia el reino Zora, ya tenía demasiado tiempo sin dormir, esas pesadillas estaban jugando con su mente aún estando despierto. Se talló los ojos y mejor se levantó a alimentar a su caballo y darle agua. Le mandó unos besos, juntó su frente con la del equino y le regaló unas buenas manzanas antes de llevarlo a pastar.

-Me pregunto si tu vida será más fácil que la mía- el caballo solo movió su cola, sabía que a Caramelo le gustaba el sonido de su voz así que solo se rió y le dió unas palmaditas.

Recogió su campamento y decidió desayunar lo mismo que su caballo: vegetales y manzanas, cómo odiaba cocinar... y lo que más odiaba era ser bueno en ello, todo el mundo siempre le pedía que les preparara algo. Más de una vez había pensado en hacer cosas asquerosas pero al final su noble corazón le decía que cocinar es dar amor con buen sabor y los demás no tenían la culpa de su disgusto...

-Ya deja de pensar Link... te vas a volver loco tu solo- se dijo en voz alta.

Continuaron el camino lentamente para que su caballo pudiera digerir bien su comida, no le gustaba cuando los apresuraban y les provocaban cólicos, incluso decidió detenerse y sobarle la pancita a Caramelo, mejor dejarlo descansar un rato, ya no faltaba mucho. Fue a ejercitarse de su forma favorita: matando cosas, nadie lo sabía pero en serio disfrutaba matar a esos cerdos, a veces solo los embestía para hacerlos durar un poco mas. Pero su método favorito era hacerlos explotar.

"¿Qué pensarían de ti si lo supieran Héroe?" preguntó la voz en su cabeza con preocupación

-Cállate- le dijo a su mente mientras sorprendía por la espalda a un bokoblin y lo asesinaba de un solo golpe, ni siquiera había podido disfrutarlo, batió su espada un par de veces y hasta que mató a los otros dos y les robó toda su comida y sus armas.

Era momento de seguir, ya quería ver a su gran amigo y su enorme sonrisa, eso siempre le alegraba la vida, Caramelo y él tuvieron un viaje tranquilo, solo tuvo que usar su arco un par de veces decidió dejar a su compañero en un establo y continuó a pie todo el camino de subida, le gustaba ver las piedras luminosas, era como se imaginaba que sería poder ver una aurora boreal desde el cielo.

Finalmente llegó a la entrada y los guardias lo saludaron con mucho gusto, eso era nuevo, había costado mucho trabajo convencerlos de que lo de Mipha no había sido su culpa, o al menos no lo recordaba. Al caminar por el reino los Zora lo saludaban y el respondía con una sonrisa.

-¿Dónde está el príncipe?- preguntó un poco apenado por tanta atención.

-LIIIIINK, AMIGO MÍO- escuchó su estruendosa voz y miró hacia arriba al balcón de la sala del trono con una enorme sonrisa. Sidón estaba súmamente adornado y movía sus brazos de un lado al otro para llamar su atención.

"Como si necesitaras ser más vistoso..." pensó divertido. Link corrió escaleras arriba al encuentro con su gran amigo listo para hacerle una reverencia al rey pero este no estaba en su trono así que solo aceleró con toda su fuerza y se arrojó al gran tiburón escarlata que lo esperaba riendo. Este lo atrapó y lo hizo girar para lanzarlo de vuelta como su estuvieran luchando, por poco arruinan el aterrizaje pero Link alcanzó a meter las manos y ambos rieron divertidos.

-Qué gusto que hayas venido hoy Link, es un día especial para el reino- el hyliano lo miró confundido -¡Es el cumpleaños del rey, tonto!- agregó el príncipe aún lleno de adrenalina por sus jueguitos infantiles.

-Ah...- asíntió varias veces procesando la información, "Qué mal día para cumplir años su majestad" pensó serio.

-¿Qué pasa?- preguntó el principe

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