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Desabrocho bota derecha antes de lanzarla a través de la habitación. Samuel cruza el umbral y vuela peligrosamente cerca de su cabeza. No era mi intención, al menos no consciente. La segunda la sigue.
Él no dice nada mientras zumba por su lado izquierdo. Una rápida mirada a su rostro revela una sonrisa torcida. Me arranco los calcetines y voy a la cremallera de mi falda.
Su voz es más tranquila esta vez.
—Carla , ¿qué estás haciendo?
—Siguiendo órdenes. ¿No se nota?
Empujo la falda y la ropa interior por encima de mis caderas y le doy un tirón a mi top sobre mi cabeza. Cada prenda de vestir cae a sus pies mientras las arrojo.
Tomo el edredón de la cama King-size y subo en medio. Me pongo de espaldas y abro las piernas.
—¿Es eso lo suficientemente bueno para ti? ¿Es lo suficientemente desnudo para ti?
se acerca a la cama.
—¿Vas a explicarme esto, o voy a tener que adivinar lo que estás tratando de lograr con este truco?
—No hay truco. Solo estoy siguiendo órdenes.
Sus labios de se contraen en una sonrisa de lobo.
—Oh, bebé sabes cómo tentarme, eso no está en duda. Pero no creo que esto vaya a funcionar como estás pensando.
Inclino mi cabeza hacia un lado en la mullida almohada. Acariciando mis pechos donde sus ojos se pierden .
—¿De verdad? Me someto, tú me penetras, me vengo, te vienes, y entonces tal vez lo repetimos.
Tira el edredón por encima de mí. Está bien, aparentemente estoy equivocada.
—Me haces sonar tan predecible, mi encantadora esposa, y no puedo tener eso.
Rodea la cama, se sienta en el borde con la espalda hacia mí, y levanta el teléfono inalámbrico del receptor.
—Servicio de habitaciones, gracias.
—Una vez que conectado, dice
—: Una porter house y un filete. Término medio. Dos ensaladas César. —Dice el nombre de algo que supongo es un vino caro, le da las gracias al individuo en el otro extremo, y cuelga.
Muevo el edredón a mi pecho y me siento. —¿Qué demonios acaba de pasar?
se levanta y se vuelve hacia mí.
—Decidí que voy a tener tu vagina para el postre más que como aperitivo.
Una vez más, mi mente gira.
—Repito, ¿qué demonios sucedió?
ignora mi segunda pregunta y cruza la habitación al armario.
Desenrolla las mangas de su camisa de vestir blanca, se la quita y la cuelga.
