16 Intenso 💖🌈

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Sage gimió en una mezcla de placer y dolor

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Sage gimió en una mezcla de placer y dolor. Jonas lo miraba con esos ojos que se asemejaban a una noche sin luna. Se estaba tragando su pene, literalmente. Las caderas de Sage hicieron un vaivén suave hacia arriba. La boca de Jonas lo recibía sin inmutarse. Le encantaba. Sage fue testigo de cómo su amante gozaba con cada cosa que le hacía de la misma manera que él. Cuando las caderas de Sage se movían, Jonas recibía, dócil, las embestidas, y en el momento en que Sage se quedaba quieto, la cabeza del arquitecto descendía y subía desde la base hasta la punta del pene. Lo sujetó e hizo círculos con la lengua sobre el glande. Repasó la vena sobresaliente una y otra vez, agarró el plug y embistió en su interior para estimularlo. Sage cerró las piernas para mantener la cabeza de su amante allí abajo y para que continuara con su labor. Jonas estaba hambriento de su cuerpo, eso no era una novedad. La columna de Sage era un acordeón. Se sujetaba del cabello de Jonas con tanta fuerza que pensó que sus dedos quedarían tatuados. Los espejos mostraban dos cuerpos sudados, prestos al placer que se cocina al calor de lo nuevo y salvaje.

La lengua de Jonas fue hacia el interior de los muslos y retornó hacia la verga roja e hinchada, la cual pedía más atención. Sage gimió una vez más. No quería correrse, no todavía. Jonas abandonó el pene y recorrió con besos hacia arriba el cuerpo de Sage, que profanaba a su antojo. Las lágrimas se habían acumulado a los costados de los ojos del modelo. Su amante las secó y sus bocas volvieron a abrazarse del mismo modo que sus cuerpos, que no cedían un centímetro.

—¿Quieres conocer mi posición sexual favorita?

Sage mordió el labio inferior del hombre y luego lo chupó.

—Quiero conocer todo de ti, Jonas, ¿o es que no te ha quedado claro?

Jonas se irguió en la cama.

—Date la vuelta. Sobre tu estómago.

Sage lo hizo. Descansó su cuerpo y soltó un gemido cuando las sábanas tocaron su pene hinchado y húmedo de saliva y líquido preseminal. Presionó su mejilla sobre la almohada y vislumbró las luces y sombras de ambos cuerpos, que habían entrado en una hipnosis de erotismo y deseo. Observó en el espejo a Jonas. No se perdió detalle cuando el pene era envuelto en el condón y en lubricante. Acarició sus piernas, las cuales Sage extendió para su amante, el hermano del hombre que había sido el amor de su vida.

«Amor de mi vida».

¿Y si la vida le estaba mostrando algo mejor? ¿Y si ya era hora de que su corazón sanara y renaciera a una nueva oportunidad?

Los dedos largos de Jonas acariciaron las piernas y navegaron en la piel suave y perfumada hasta sus nalgas, en donde sobresalía el plug. Lo sostuvo despacio y fue irresistible dar nuevos embistes con él. Sage se sujetó de la almohada y cerró los ojos.

—Mírate.

Abrió los ojos.

Su autocontrol fue lo que impidió que se corriera en ese preciso instante.

Jonas estaba detrás de él. Su mano pícara se divertía con las sensaciones que provocaba en Sage. Sus ojos volvieron a encontrarse a través del espejo, y Sage dio una risilla y escondió su rostro. El arquitecto quitó el plug en ese momento y se acostó sobre su espalda. Lo cubrió con suavidad y sostuvo la parte interna de las rodillas de Sage con la parte externa de las suyas, de esta manera lo mantenía extendido e inmovilizado como deseaba. Jonas lo envolvió con sus brazos. Una oleada de excitación recorrió el cuerpo de Sage, quien estaba a merced de ese hombre dulce y caliente. Una combinación perfecta.

Jonas ingresó en su interior. Era mucho más grande que el plug y aun así se sentía perfecto. Estaba tan lubricado que era imposible que no resbalara al interior de forma sencilla y única. Cuando las caderas de Jonas empujaron hacia delante, Sage giró su rostro y buscó la mirada de ese hombre sobre él. Embistes cortos y rápidos, certeros.

—¿Te gusta así? —musitó Jonas sobre sus labios antes de chuparlos.

Las nalgas se contraían con cada empuje.

—Dios, es perfecto. —Sage gimió, y Jonas le devoró la boca.

Aceleró el ritmo, corto y rápido, que intercaló con movimientos circulares, los cuales masajeaban la próstata.

Sage sintió que estaba a punto de ahogarse en un océano de placer. Jonas le chupaba el lóbulo de la oreja, su mejilla, su boca, y las caderas se sacudían con hambre y desesperación. El vaivén empezó a sacarle gemidos a Jonas, que eran más bien gruñidos. A Sage le encantaron.

Sage pensó que había visto este modo de follar y sonrió ante el pensamiento. Jonas follaba como los conejos. Rápido y duro, pero con una letalidad impresionante.

—Me estás matando —dijo cuando Jonas le sujetó el cabello con una mano y con el otro brazo lo seguía inmovilizando bajo su poderío.

—¿No te gustaría morir así?

—¿Te imaginas? —Gimió con un toque a la próstata—. Sería la puta envidia de todos.

También pensó en el tipo al que Jonas había mandado a volar esa noche. Si ese idiota había probado esta verga en acción, de seguro estaría llorando.

—Ve más profundo.

Jonas lo hizo. Entraba y salía por el canal lubricado con velocidad.

Se besaron una vez más y disfrutaron de la imagen en el espejo. Las lenguas se enredaban como lianas y la cama se sacudía con la fuerza del vaivén salvaje.

—¿Quieres que te toque?

—Por favor.

Jonas correspondió el ruego del modelo. Llevó su brazo hacia abajo, entre el colchón y el cuerpo de Sage, y sostuvo el pene. Esta vez sollozó. Necesitaba venirse.

Jonas afianzó el empuje, y por diez deliciosos minutos Sage sintió que subía al paraíso de los lujuriosos y se quedaría a vivir allí. Se vino con furia. Sage tembló en sus brazos. Los espasmos en sus piernas engrosaron el ego de Jonas. El modelo se vino en su mano mientras Jonas lo embestía con todo lo que tenía. Rebalsó el condón tres minutos después y se sacudió. Los músculos se relajaron. Sus piernas se movieron y liberaron las de Sage, quien estaba acalambrado luego de tener a Jonas encima y recibir lo mejor de él.

Jonas salió de su interior, se quitó el condón, lo envolvió y lo arrojó a un costado de la cama. Sage por fin se desplazó en la cama y abrazó a su amante. Acarició sus pectorales y los besó. Jonas lo sujetó del mentón y sus bocas se unieron de nuevo. Y otra y otra vez.

—Sage...

—Quiero más —dijo con determinación. Entretanto, giró a Jonas y se colocó a horcajadas sobre él.

El hombre comenzó a reír.

—¿No estás dolorido?

—Nada que no pueda resistir. Anda, pon contento al amigo que tienes ahí abajo y hazme tuyo de nuevo.

Jonas miró al costado y agarró uno de los preservativos.

Sage se movía sobre él y lo masturbaba para ponerlo erecto.

—Pensé que me dirías que esto era un error. —Jonas le confesó uno de sus peores temores.

Sage se agachó y le chupó el mentón.

—Cometí ese error una vez. Créeme, ya aprendí.

Jonas D. E Libro 2 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora