∆ Capitulo 2 ∆

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La noche antes del viaje apenas pude dormir. Me hubiera gustado decir que era por culpa de la emoción que sentía de viajar solo, o de volver a ver a amigos. Bueno, si me sentía así. Pero no era eso lo que me impedía dormir.

Desde hace una semana que cada vez que cierro los ojos él aparece. Wolfer O'Donnell, a quien todos le decíamos Wolf de cariño, aparecería en mis sueños. Él estaría parado en frente de mí, con un pequeño ramo de flores rosadas en su mano.

—Al fin volviste... —Es lo único que diría, mientras mostraba una sonrisa. Pero sin importar lo que hiciera, si me acercaba, o si me alejaba, o siquiera trataba de hablarle, terminaba despertando en mi cuarto en la oscuridad de la noche.

No entendía por qué pasaba. ¿Acaso había algún significado detrás de ese sueño? Si había, ¿cuál era? Solo encontraba una solución lógica. Volvería a encontrarme con Wolf en mi viaje.

¿Pero cómo? Él estaba completamente desaparecido. Hace años que no sé nada de él. Solté un suspiro, mientras me acomodaba mi cabeza en la almohada.

Se puede dar el caso que casualmente nos encontremos en alguna parte, pensé, Pero yo no lo buscaré. Si nos encontramos, será por obra del destino.

Así que, con mis intentos de sueño frustrados, decidí matar el tiempo revisando mis maletas y asegurándome que tenía todo listo.

A las 5 de la mañana salí a la cocina para prepararme algo para desayunar. Tenía planeada comer algo ligero, y más adelante comer en el almuerzo. Así que sin pensarlo mucho preparé unas tostadas con un huevo. Esto debería engañar un poco mi estómago, pensé. Pero junto cuando me sentaba a comer, mi padre apareció también en la cocina.

—¿Mm...? ¿Despierto tan temprano? —Papá inclinó su cabeza denotando algo de confusión. Pero unos segundos después agregó— Ah, sí. Tu viaje.

—¿Hice mucho ruido? —le pregunté.

—No, no, apenas me había dado cuenta que había alguien en la cocina —dijo, sentándose en la silla libre que había al otro lado de la pequeña silla—. ¿A qué hora te vas?

—Mi vuelo es a las 7:45. Pero planeo irme en media hora para estar temprano en caso de que suceda algo —contesté, antes de llevarme un pedazo de pan a la boca.

—Sí, haz eso —asintió sonando convencido—. ¿Tienes todo lo que necesitas?

—Si, hace un rato chequeé las maletas y tenía todo. Estaré bien allá —le aseguré, terminando mi huevo.

—Ve con mucho cuidado. Y no confíes en cualquiera.

—Pa, ya no soy un niño —le recordé. Me levanté de la mesa y me dirigí al fregadero para lavar mi plato.

—Lo sé, pero no puedo evitar preocuparme un poco —respondió Papá.

—Pues agradezco tu preocupación —le sonreí—. Pero confía en mí. Tengo todo pensado —le aseguré nuevamente.

Papá sonrió ligeramente. Era un poco raro verlo sin sus gafas oscuras. Sus ojos color café brillaban con cierto toque melancólico en ellos. Esos ojos fueron lo único que no heredé de él, sino los ojos verdes esmeralda que tenía mi madre.

—Prepararé algo de café —avisé, sacando la bolsa de café que guardamos en unos de los gabinetes. Y lo puse a colar en la cafetera.

Nadie dijo nada durante un pequeño rato. Papá tenía la mirada perdida en la mesa, y yo lo observaba en silencio. Y por un momento, me sentí algo culpable por irme de viaje. Lo dejaría solo durante casi un mes.

—¿Sabes algo Fox? —la voz de Papá rompió el silencio.

—¿Qué?

Papá me miró, con una sonrisa— Estoy muy orgulloso de ti, ¿lo sabes?

Soba ni ite ("Quédate por favor")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora