1| Es momento de un nuevo inicio

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Un rubio londinense caminaba por las calles de París, reconociendo la ciudad qué por un tiempo indefinido se volvería su hogar

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Un rubio londinense caminaba por las calles de París, reconociendo la ciudad qué por un tiempo indefinido se volvería su hogar.

No le parecía adecuada su presencia en aquella capital. Su última estancia en la misma no había sido de agrado para muchos de los estudiantes que muy pronto —en contra de su voluntad —se volverían sus compañeros.

Emitió un suspiro.

El recuerdo de lo ocurrido hace tan solo unos días se coló en su mente.

El de ojos verdes se encontraba leyendo tranquilamente un libro en la sala de su residencia cuando el característico sonido de la puerta al abrirse llegó a sus oídos, provocando qué este cerrara el objeto en sus manos y regresara su vista en dirección de donde provenía el sonido. Su madre se adentró en el lugar.

—Bienvenida madre —exclamó en forma de saludo el joven.

—¿Qué tal cariño? —exclamó en forma de saludo la de dorados cabellos, acercándose a su retoño y depositando un beso en la coronilla del mismo, demostrando todo el afecto, aprecio y cariño que esta le tenía.

Una sonrisa se posó en los labios del apreciado.

—Tengo algo que decirte —comunicó la mayor. Su rostro y tono expresaban la preocupación qué tenía respecto a lo que pensaba compartirle.

El rubio la observó y luego asintió, moviendo su cuerpo hacia su derecha, invitando a su madre a que tomara el asiento a su lado.

—Hace tiempo que una idea a estado rondando mi mente —dijo, expectante de las reacciones de su retoño, tomando el asiento qué se le era cedido.

—¿De qué se trata? —preguntó el rubio, permitiéndose plasmar en su rostro y tono la curiosidad que en ese momento sentía.

Acción qué sólo se permitía realizar cuando se encontraba con alguien de confianza y en ese punto de su vida, su madre era la única persona en la que el tenía esa confianza

—Ha pasado un tiempo desde que Colt falleció... —nostalgia y melancolía acompañaban las palabras de la viuda y un pinchazo de dolor azotó el corazón del menor.

La pérdida aún era delicada para ambos. Ciertamente, razones distintas provocaban el sentimiento de dolor en ambos.

—Toda esta ciudad nos recuerda a él; esta casa nos recuerda a él... y estoy segura Felix —llevó una de sus manos (la cual se encontraba en su regazo) a la mejilla del nombrado y la acarició— que él no quisiera que nos estancáramos por su pérdida —dijo dulce, observándolo con una sonrisa de infinito cariño.

—¿Y...? —cuestionó incitándole a que continuara su relato; cerrando los ojos ante el tacto.

Y... Con esto en mente, creo que un cambio nos sentaría bien; cambiarnos de aires, de ambiente. Por eso decidí que sería buena idea mudarnos a otro lugar... Un lugar como París.

Parfait pour moi (felinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora