La última frase de su amiga fue como un destello que detuvo su tristeza de inmediato. De repente, se sintió desorientado, pero antes de que pudiera seguir pensando, escuchó la voz de la madre de Yor y se dio cuenta de que ya era tarde.
—Tengo que irme —dijo la chica como siempre—. Te veré mañana, Consejero.
—Mañana traeré croquetas —afirmó el chico, colocando los brazos detrás de la cabeza.
—¿De verdad? —preguntó Yor con sorpresa—. ¿Tu padre no se va a enojar?
El chico sonrió sin preocuparse, y la chica negó con la cabeza.
—Yo no lo haría, si fuera tú.
—Mientras nuestras plantas no crezcan, necesitamos juntar alimentos para el invierno —recordó él y eso bastó para hacer reír a Yor, quien se alejó entre risas y se volvió una última vez para hacer una mueca divertida a su amigo—. ¡Hasta mañana!
La vio desaparecer entre los arbustos antes de regresar a su campamento. Llegó allí unos minutos después y vio a su madre pelando frutas para su padre, quien las comía directamente de su mano mientras miraba un libro que sostenía.
El chico contuvo el aliento, esperando algún comentario de sus padres, pero apenas lo miraron cuando pasó directo a la tienda. Su principal preocupación era preparar la mochila con lo necesario para el día siguiente y no ser descubierto.
Además de las croquetas, juntó suficiente comida para que Yor y él pudieran pasar el día en el refugio, un paquete de maní y un juego de cartas en el fondo de su mochila. Sonrió contento mientras terminaba los últimos detalles, imaginando lo divertido que sería todo.
—¿Hijo? —llamó su madre mientras abría la tienda—. ¿Está todo bien?
El chico se tambaleó como si estuviera a punto de caer y cubrió su mochila rápidamente. La mirada curiosa de su madre lo atravesó, sintiendo que su corazón casi se salía del pecho.
—¿Mamá?
—¿Te sientes bien? Es extraño verte adentro tan temprano.
Él frunció el ceño ante la pregunta y asintió. Siempre entraba en la tienda en último lugar para evitar a su padre despierto y cualquier intento de conversación. No obstante, se había olvidado de eso en su entusiasmo.
—Quería mi mochila —respondió con cuidado—. Recogí piedras del arroyo.
—Oh —dijo la mujer sorprendida—. Eso está bien.
Su madre lo miró por un momento más, como si quisiera decirle algo, pero cuando su padre la llamó, se fue. El chico suspiró aliviado, sonrió y se volvió hacia su mochila, terminando de organizar todo y esperando con ansias que llegara el día siguiente.
Nota de la autora: Actualizando en domingo mientras espero el capítulo de Spy x Family y ver qué daño emocional nuevo nos dejará el manga.
En fin.
Ciao.
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Creo que hay algo
FanfictionUn chico de Westalis y una chica de Ostania se conocieron en un campamento y, sin saberlo, plantaron una semilla que, al principio, no parecía tener importancia. Pero, con el tiempo, lo que habían iniciado creció en algo más profundo: una historia q...