Mi nombre es Mariana Rivas, soy una chica de dieciocho años: alta de piernas torneadas y grandes glúteos. Mi busto también es bastante grande y mi cintura es pequeña. El color de mi cabello es rubio y mis ojos son azules. Mi piel es clara y sin ninguna imperfección. Para la mayoría de los hombres soy lo que llaman "hermosura", sin embargo, nunca me he sentido de esa manera. Para mí el atractivo de una persona no se basa en su apariencia, sino en sus buenos sentimientos. Es por eso que considero a Don Filomeno como el mejor amigo de toda mi corta vida. Él es un señor de cincuenta y dos años que trabaja en mi escuela como conserje. Su estatura es casi la mía, salvo por los pocos centímetros menos que lo hacen verse más bajito que yo. Es algo panzón y suda mucho, pero es porque es nervioso. Su cara es redonda y tiene varios lunares. Su sonrisa es dulce a pesar de que lo chueco de sus dientes. Es moreno y muy peludo, (todo es de color grisáceo). Sus piernas son gorditas y tiene un trasero más grande que el mío.
Desafortunadamente mis compañeros se burlan de él porque lo consideran un horrible monstruo, pero para mí es un hombre tierno y muy cariñoso.
Nos conocimos cuando entré a la preparatoria. En ese entonces yo tenía quince y él cuarenta y nueve años. Desde el primer momento simpatizamos, aunque no hablamos sino hasta tres meses después.
Yo siempre me he sentido fuera de lugar en las conversaciones de mis compañeros. Su gusto por el destrampe me aburre y en una ocasión en que escapaba de una plática absurda con ellos, encontré a Don Filomeno. No sé por qué, pero me animé a platicar con él y me maravillé por su paciencia al escucharme y por las respuestas maduras que da. Es en verdad un hombre sabio. Su edad le ha dado una gran experiencia que me cautiva y no hay día en que no lo busque para continuar oyendo las maravillas que salen de su boca. Desafortunadamente, hace un mes nuestro trato comenzó a cambiar, (casi fue cuando me hice novia de un chico popular de nombre Erik).
Aquel día llegué emocionada a contarle que finalmente tenía un novio, pero mientras más hablaba, el rostro de Don Filomeno se ponía triste y aunque me felicitó, desde ese día ya no hemos vuelto a hablar. Yo lo veo desde lejos y mis distracciones enfadan a mi novio. Dice que parece que no me importa y a veces siento que tiene razón. No sé si lo quiero o estoy con él solamente porque no deseaba quedarme atrás de mis compañeras que tuvieron novio desde los doce años.
Los días siguieron pasando y la soledad que dejó el aislamiento de Don Filomeno empezaba a dolerme más y por si esto no fuera suficiente, una tarde en que estaba decidida a entregarme a mi novio para demostrarle mi amor, escuché algo que me hizo enfurecer.
–Entonces Erik, ¿sí te vas a echar a la Mariana?
–¡Claro Bro!... ese culo va a ser mío.
–Pero luego nos la vas a dejar para que también nos la cenemos, ¿verdad?
–Sabes que siempre les regalo mis trofeos. La exótica Mariana me las va a dar toditas y cuando ya no valga nada, se la reparten.
Todos se rieron de sus palabras. Yo por mi parte estaba furiosa. Ese idiota sólo quería ser el primero y jactarse de eso, pero se iba a quedar con las ganas.
Decidida entré y de inmediato se quedaron callados.
–Lo pensé mejor y no quiero andar con un niñito idiota y de pequeñas proporciones, así que terminamos.
Rápidamente salí de la escuela y me fui a mi casa. Al llegar azoté la puerta y mi madre bajó a ver qué sucedía.
–Hoy iba a cometer el peor error de mi vida –fue lo único que dije.
–¿De qué error hablas Mariana?
–Iba a acostarme con un imbécil, pero al final me di cuenta de que sólo quería usarme.
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EL VIEJO CONSERJE
RomanceMariana Rivas es una joven de familia rica que asiste a una prestigiosa universidad. Ahí conoce a Filomeno, el viejo conserje que debido a su fealdad es objeto de maltrato por los alumnos, pero para Mariana, es un hombre bondadoso que merece afecto...