Capitulo Único

4.3K 517 116
                                    

Corbatas intercambiadas

Más... Harry, por favor no te detengas...

No pensaba en detenerse, siguió con su labor de morder, besar, chupar y succionar los erectos pezones de Draco.

Sus manos ocupadas en acariciar la cintura desnuda del Slytherin.

La espalda de Draco se arquea con cada toque nuevo, con cada caricia placentera y con cada nueva sensación que manda réplicas en su ingle.

Los labios hinchados, rosas y carnosos entreabiertos soltando jadeos, suspiros y gemidos placenteros que solo lograban que Harry quisiera seguir.

Las manos de Draco acariciando la espalda morena del chico de mirada lasciva, oculta tras un verde inocente que le presentaba a todo mundo, pero que con él solo parecía transmitir amor, cariño, deseo, pasión y hambre.

No planeaban hacerlo, no ahora pero después de que Draco se pavoneara por todo Hogwarts con un exquisito movimiento de cadera con sus nuevos pantalones negros ceñidos que no dejaban nada a la imaginación, simplemente no se pudo resistir. Lo secuestró llevándolo a lo más profundo del castillo pero a falta de opciones se encerraron en el baño de prefectos.

Después de unos hechizos silenciadores y de cerradura sobre la puerta, Harry no demoró en atacar los apetecibles labios de su novio.

No dejó a Draco ni que lo procesara cuando ya estaba explorando su cavidad bucal. Succionando su lengua en un sonido lascivo que solo empeoró el estado de su miembro que descansaba aún en sus pantalones.

Cuando Harry quitó la primera prenda y vió a Draco más que gustoso con lo que podrían hacer, siguió con la cortaba, la camisa y el pantalón.

— Demonios, ese pantalón me estaba matando desde que te lo ví puesto en la mañana...

Draco había reído un poco antes de que su boca fuera devorada de nueva cuenta.

Y bueno, era por eso que ahora se encontraban en aquella situación tan lujuriosa y lasciva.

Aunque ninguno de ellos se quejaba.

Oh Harry... — Gimió cuando la boca del Gryffindor atacó ahora sus muslos, dejando un camino de pequeñas manchas rojizas como única evidencia de lo bien que se lo estaban pasando.

Las manos de Harry acariciaron la cadera de Draco, apretando para también dejar marcados sus dedos.

Levantó su cabeza un segundo y juró que casi se corría ahí mismo con la imagen que se le estaba presentando.

En el suelo del baño, sobre la ropa y con las piernas abiertas para él, estaba Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin y el más aclamado por las chicas y chicos estúpidos que creían que podrían tenerlo.

El cabello rubio platinado se le pegaba a la frente por el sudor, de él salían jadeos más parecidos a suspiros y sus labios hinchados no solo por los besos desenfrenados, si no por la forma constante en que Draco se los muerde para callar los sonidos tan vergonzosos que salen de él.

El cuello, los hombros, el pecho y el vientre de Draco estaban llenos de chupetones y mordidas. Y no hablamos de simples mordidas, no, hablamos de marcas que van más allá de un simple rose, marcas que son tan profundas que no se borrarán en mucho tiempo.

|| Corbatas intercambiadas ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora