Lucas le tapaba la vista, mientras estiraban en el piso trataba de buscar con la mirada a Enzo, no a Díaz - porque no es su tipo -, qué se había metido en algún lugar con Casco y ahora parecía que la tierra se lo tragó o que el cuerpo del colorado junto con el de los otros hacían imposible encontrarlo.
──Ya sé que soy re lindo, pero deja de mirarme, me voy a gastar. ── Lucas le sacó la lengua, le encantaría joder con su amigo, pero lo único que podía pensar era en el número 24 de River, como en los últimos partidos estuvo ausente le hizo algo de falta.
Enzo tenía manos grandes, y su lenguaje para decirte que está orgulloso de vos era acariciando tu pelo. Pablo extrañaba eso, su pulcro juego era debido a tener eso al final del partido, una cálida mano atravesando su pelo mojado, una voz gruesa diciendo: "lo hiciste bien" y sus ojos puestos en vos, significa que tenés su total atención y que es crucial pensar bien lo que vas a decir en esos diez o quince segundos donde sos todo su mundo.
Solari lo último que le dijo fue "ya sé" y lo había hecho reír. Un logro total - aunque Enzo se ríe de todo y de todos - y por lo que durmió como bebé esa noche.
Salió de su maravilloso recuerdo cuando vio a Lucas pararse, inmediatamente lo copió. Martín había dicho algo, a lo que debería estarle prestando atención, pero su mirada se desviaba cada vez más a Pérez, apoyado contra Franco mientras miraba con total atención a Demichelis. Tenía que seguir el ejemplo de su capitán, pero la vista e su perfil era maravillosa, el tenue sol ocultaba un poco sus lindas pecas pero la suave luz dibujaba el filo de sus cachetes.
Enzo se empezó a mover, miró a donde estaba Martín y solo veía su espalda alejarse. Genial, ya terminaron, podía hablar en persona con Pérez y preguntarle si le gustó su dedicación. Porque capaz ese gol no daba para dedicar, si ese era el caso, no importa, haría diez, no, cien, no... ¡mil goles más! con tal de tener el perfecto para que sea únicamente en honor a él.
Tenía delante a Milton que parecía que tenía un ladrillo en el culo porque nunca más avanzaba, pero Dios era bueno que solo con chocar con uno o dos de sus compañeros pudo divisar la espalda de su capitán. Algo alejado del tumulto qué trataba de entrar para juntar sus cosas, se acercó procurando hacerse notar para no comerse una piña.
──Disculpá, Enzo. ── Con todo temblando en su interior, tocó su hombro con sus dedos, casi derritiendose al sentir el extremadamente caluroso cuerpo ajeno. Ah, el capitán era de cuerpo caliente...
──Sí, decime. ── Giró el cuerpo, posando sus ojos oscuros en él. El buzo blanco le quedaba bien que por un momento se borró su discurso mental, alguien le debería decir que los colores claros son lo suyo.
──Ah, es que... no te pude hablar después del coso y... ── Ahora que lo dice en voz alta, parece una pelotudez, pero a Pablo le comía la cabeza pensar qué pensaba Enzo en que le dedique un gol.
Porque para él era casi una declaración, algo que hizo para dejarle en claro que no lo veía como un amigo o compañero.
Movió su cabeza para el costado, mirándolo con extrañeza. ──¿Y...? ── Lo incitó a continuar, con un tono tranquilo y que preocupa darle seguridad.
Pero Pablo no se sentía seguro, no, para nada.
No era secreto para la mayoría que su fijación por el capitán no era precisamente por el fútbol o por amistad, no. Lo quería, hasta podría decir que todos estos años ese pequeño crush qué sintió cuando lo vio por primera vez se fue haciendo grande conforme pasaban los días, meses y años.
Sabía que, probablemente, no era el único sintiendo eso por Enzo, pero lo sufrió con cada uno de sus huesos, verlo como algo lejano pero tenerlo siempre en la palma de la mano era doloroso, lo quemaba y consumía. ¡Era injusto que no haya recibido ni un abrazo cuando se vieron temprano!
──Es que... no me dijiste nada sobre el gol...
Abrió la boca, mostrando sorpresa. ──Ay, Pablo, perdoname. ── Casi automáticamente puso sus brazos sobre sus hombros, agarrándolo en un abrazo qué lo tomó desprevenido. ──Me sentí muy feliz, halagado podría decir también, fue un muy lindo gesto de tu parte. Muchísimas gracias, lo aprecio mucho.
Enzo hablaba tranquilo, pero él no lo estaba. Imagina que el hombre que protagoniza tus mas íntimos pensamientos, estando en un estadio totalmente desolado, él y vos, vos y él, solos, te abraza y te dice que se sintió halagado.
Su corazón golpeaba con fuerza sus cosillas y pensaba que hasta podía escucharlo, el calor ajeno lo envolvió que se sintió sofocado, pero le gustaba, podía fundirse en él y nunca querría volver a ser una persona separada.
Pero Enzo dio terminado el encantamiento donde lo metió con unas palmadas en su espalda y rompiendo el abrazo.
──Si a la próxima yo hago un gol, te lo dedico, aunque tu número es medio compliqueti. ── Le prometió, dándole una palmada en el hombro y empezando a caminar.
Parpadeo, repetidas veces.
No, no, ¡eso debía terminar con un beso, para cerrar con broche de oro el romántico momento!
Uuughhhhh, ¡hombres!
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24 | Pérez/Solari
Fanfiction|drabble| Pablo esperaba a quedarse a solas con el capitán.