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¿Crees en los ángeles?... o en los demonios?—

Solo puedo decirte que sé que existen demonios...

Porque yo le vendí mi alma a uno...







Damian

Sentí tanta curiosidad por esa chica. No parecía ser de por aquí, sentí curiosidad al momento en el que se fue como si nada luego de que Becky y yo estuviésemos diseminando feromonas tan cerca de ella. Ella no se movió en ningún momento, sólo cuando tocaron el timbre, y lo hizo con la calma más ímproba del mundo.

¿Acaso no podía percibirlas?, no sabía nada de ella. Solo sabía que me estaba volviendo loco con el hecho de existir. Logro hacerme sentir humano después de tantos años de tortura en éste mundo, por fin logré sentirme como una persona normal a pesar de no serlo.

Cuando la vi irse como si no hubiese pasado nada, me empecé a sentir más atraído de lo que ya estaba hacia ella. Al fin, esa persona de la que tanto me habían hablado, esa persona a la cual yo había perdido la esperanza de que algún día llegará, ya llego. Está estudiando en la misma universidad que yo.

Al fin está conmigo, y pronto sera mía. Ella es mi salvación, y no la pienso perder. Ya me encontraba en el aula, observándola. Recordando su olor, recordando como la punta de mi nariz se paseaba por su cuello. De cerca se veía tan delicada, tan inocente.

Inocencia en sus ojos, eso era lo que veía en ellos. Una inocencia que yo quería robar. Era tan delicada, tan pequeña. Quería destruirla. Destruir toda esa inocencia, verla fuera de esa belleza tan inocente. Tomarla y arruinar cada pizca de bondad que había en ella.

Pero también quería protegerla. Cuidar aquella belleza del mundo podrido en el que estamos. Quería tomarla en mis brazos y complacer cada uno de sus caprichos. Hacer de ella feliz, sentir aquella felicidad de la que tanto hablan, quería sentirla con ella. Quería tocar su delicado cuerpo que parecía ser tan jodidamente eléctrico. Quería hacer que tuviera hambre para luego alimentarla, y si ella me lo pedía, también sería su marioneta.

El último timbre sonó, de esta manera acabo el primer día en la universidad. Día que jamás voy a olvidar. Vi como ella se levantó de su asiento junto a Blackbell y empezaron a caminar hacia la salida. Escuche como uno de los que estaba sentados a mi lado me llamo. 

—Oye, Damian. Vi lo que hiciste en el receso. ¿Qué fue todo eso? —me pregunto Emile.

—No es de tu incumbencia. Son mis asuntos—respondí, seco.

—Ella es humana, ¿cierto? —pregunto de la nada Ewen—, porque no lo parece.

Yo puse los ojos en blanco y empece a caminar hacia la salida

—Aún no lo sé —respondí cuando ellos me siguieron el paso—, no parece ser de por aquí.

—Y... qué me dices de su amiga —me pregunto Ewen, interesado—, ella tampoco tiene pinta de ser de aquí.

—Da igual. Ninguno de ustedes dos es de aquí tampoco —metí mis manos en mis bolsillos, sólo conozco a Blackbell. De Anya no sé mucho —empecé a bajar escaleras.

Alexitimia | Anya x DamianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora