4- Mudanza

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Ya era Viernes por la tarde, Silvia había ido a despedirse de una gran amiga que había conocido en la universidad. Beatriz.

-Te voy a extrañar mucho, Angélica. -se acerca a abrazarla.

-No me digas así, Bea. -ríe-. Yo también te voy a extrañar mucho amiga. Pero siempre podremos hacer llamada y te contaré todo lo que pase.

-Pues si pero se nos va el alma de la fiesta, ¿Que le voy a decir a los papacitos musculosos con los que bailaste la otra noche?

-Diles que está señorita se fue a triunfar a Los Angeles. -Se separa del abrazo-. Me tengo que ir ya Bea, mañana sale mi vuelo temprano y me quedan unas cosas por empacar. -empieza a sollozar.

Volver a dejarlo todo, por segunda vez.

-Vale, prometo ir a visitarte ¡Eh! Te quiero amiga.

-Yo más, mi mejor confidente. -Le dió un rápido abrazo a Bea y se marcho.

Silvia se fue a su casa a terminar de empacar algunas cosas en su maleta, al siguiente día tenía que estar temprano en el aeropuerto, la mudanza llegaría rápidamente el domingo por la mañana.

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-¡Jorge! -entro su padre enojado a la oficina-, ¿Ya preparaste lo del acuerdo con Global Radio?

-se levanta y rodea los ojos a su padre-, No. Aún no lo hago, papá. -suspira.

-¡Pues que carajos estás esperando! Llegan el Lunes a primera hora, y ya tienes que tener listo todo, ¿Me escuchas? ¡No te dí mi empresa solo para que te la pases holgazaneando y dándote tus lujos! Te encargas de eso. -Su padre sale molesto de la oficina.

-¡Ti inquirguis di isto! -lo imita- ¡Ja! Lo dice como si no me pasará todo el maldito día quebrandome la puta espalda sentado en esta silla. -tomo su pequeño maletín y salió de la oficina.

-Sara -le llama a su asistente-, ¿Te podrías encargar de reunir lo que me falta del acuerdo con Global Radio?

-Claro que sí señor, mañana lo tendré listo a primera hora.

-Esta bien, gracias, me voy. Tengo que ir a ver a Lizzy.

Jorge se fue al estacionamiento, y subió a su auto. Se dirigió a su casa, su amado penthouse con una maravillosa vista a la ciudad.

Llegó rápidamente, aventó su maletín al sofá, se quitó los zapatos y subió a su habitación.

Un enorme espacio, para una solitaria persona como el. Ya llevaba algunos meses que ni siquiera se divertía, no sexo, no fiestas, no amigos. Desde que se hizo cargo de la empresa se limitó a varias cosas, el trabajo era lo primordial para el.

El sonido de alguien corriendo se escuchó directo a la habitación de Jorge.

-¡Hola, mi preciosa! -se agacha para levantar a su pequeña cachorrita Shih Tzu, llamada Lizzy-, ¿Me has extrañado? -le deposita un beso en su melena recogida con una tierna colita.

La perrita ladra y le lame la cara.

-¡Lizzy! -la baja- Ya tranquila, es hora de descansar.

Jorge se va al baño para ponerse su pijama, pasa a la cocina para comer un bocadillo y vuelve a su habitación.

-Se acomoda en su cama- Solo tu y yo Lizzy -observa la linda vista de noche en Los Angeles-. Tu y yo contra el mundo.
-bosteza y se queda dormido.

La perrita hace lo mismo que el, en su camita del piso se hecha y se queda tranquila.








El deseo en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora