●•° 》♤ Epílogo ♤《 °•●

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Había limpiado el nombre de su difunta madre Xiao Zhan, ahora todos conocían la verdadera historia en la cual mancillaron su honor y dignidad durante años. Todos sabían de la crueldad con la cual fue tratado por personas ambiciosas como lo fue la familia Cheng.

La sociedad los había marginado completamente por sus actos viles y poco éticos, incluso hasta el mismo señor Huang ZiTeng recibio su castigo y ahora era la comidilla de medio país sin temor a ir presos o censurados.

Del pobre viejo solo se sabía que purga condena hasta le fecha y hasta que la vida le permitía, puesto que su salud empezó a decaer gradualmente. Xiao Ying sentía que hasta en el infierno, seguiría pudriéndose por todo el daño que ocasionó.

Aveces sentía miedo de si mismo por poseer el carácter podrido de su progenitor, pero no podían culparlo. Jamás pidió tener esa monstruosa herencia en sus genes y además no pensaba hacer nada más de lo que había hecho. Dejaría que la vida se encargara de lo demás.

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Li Qin y Yang Zi se encargaron de repartir el dinero que se obtuvo de los activos de las empresas Wang, y de la venta de sus propiedades; sabía que harían una excelente distribución de todo en los orfanatos y casas hogares del país, incluso enviaran donaciones a las iglesias para contribuir en algo con sus actividades que realizarán.

De esa manera estipulo sobre lo que haría con todo el dinero mal ganado al igual que la herencia de Huang ZiTeng, aunque por derecho le correspondía no deseaba tomar algo que estaba maldito y trajo desgracia; si quería empezar de nuevo debía ser con algo que el mismo consiguió.

A pesar de que su madre de había vuelto a casar con un buen hombre, jamás decidió tomar el dinero que le daban por herencia. Hasta de eso se despojo para inverirlo en actividades benéficas. Xiao Ying se solventaba todo mediante sus trabajos en teatros como concertino y alguna veces, en eventos o reuniones en donde se le solicita.

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A pesar de que los siguientes años de su vida no fueron nada agradables, trató lo mejor posible de vivir como pudo. El temor de volver a encontrarse con WangJi siempre estuvo latente. A pesar de que calleron en desgracia, siempre existían los verdaderos amigos que le brindaron la mano.

Aunque no vivían con los lujos que ostentaban, por lo menos tenían un techo donde dormir y un trabajo con el cual mantenerse, velando por el bienestar de su hija, puesto que Xuan Lu no pudo superar la crisis que se presentó en pleno parto y murió en el acto.

Ahora de encontraba trabajando en el buffet de abogados de la familia Liu. Aunque era asistente, con algo se empezaba; recibía ayuda de su padre y tía con el cuidado se su pequeña Wang Lixue de cuatro años. La pequeña era la adoración de la familia y el motor para seguir cada día.

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Las cosas iban mejorando de a pocos, a pasos lentos pero seguros. Ya no tenían quizás los lujos que ostentaban, pero estaban conformes con lo poco que tenían. Wang Yibo se sentía aun triste por sus decisiones tomadas, pero sabía que su amado jamás le hubiera deseado ningún mal.

Habían ocasiones en que se perdía en sus pensamientos y no sabía por dónde comenzar cuando le preguntaban sus vecinos al verlo perdido en su mirada y llorando. Su hermana estaba preocupada porque su salud había decaído de manera drástica desde aquella vez en que se reveló la verdad.

Incluso ella debió revisar ayuda psicológica por todo lo acontecido y aunque le costo, supo afrontarlo. Como a manera de promesa juró encontrarse con aquella Wei Ying y le pediría perdón, porque sino hubiera alejado a Xiao Zhan de su hermano, quizás su historia sería diferente, quizás con más color y vitalidad.

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Todo parecía normal en sus vidas, hasta que llegó el momento en donde debes afrontar la última etapa de la vida. Ansiada por algunos y temidas por otros, la muerte es parte de nuestro ciclo este mundo. Yibo estaba resignado y listo para partir, pero aún se negaba a pesar de que Xiao Zhan se le presentaba en sus sueños y deseaba irse con él a un lugar donde fueran felices por toda la eternidad.

Siempre le recalcaba que aún no era tiempo, debía dejar a su hijo y nieta con alguien confiable cuando parta, ya que su hermana también iba por el mismo camino al cual debía tomar desde hace tiempo. Ya no se podía dilatar más la agonía, sus pecados habían sido expiados hace años y ahora le tocaba vivir su nueva vida.

Como a manera de favor pidió extender su agonía por unos meses antes para poder hallarlo y como a manera de milagro se cumplió su deseo gracias a buena alma que se presentó para ayudarlo. Aunque fue difícil pudo hablar con Xiao Ying por última vez, se veía más guapo de lo que recordaba y podía ver al mismo Xiao Zhan en él.

Incluso su mirada había cambiado drásticamente haciendo que su viejo corazón doliera como la primera vez que lo vio. Ahora estaba listo para partir pues había cumplido su misión final, aunque se iba con la duda de saber que decisión tomarían sus hijos.

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-No llores más. -tocando su mejillas-. Estoy aquí contigo.

-Perdóname por todo lo que te hice. -sollozaba-. Perdóname por favor.

-Ya esta olvidado. Ya pasaste por todo. -abrazaba y besaba su cabello-. No llores más o pensaran que te estoy intimidando. -haciendo un puchero lindo-.

-miraba aquellos ojos que tanto amaba-. Te extrañaba tanto. Jamás pensé volverte a ver y tenerte así de esta manera. -escondió su rostro en su cuello-.

-sonriendo-. Olvidalo amor. Ya paso.

-Lo siento. Debí confiar más en ti.

-Eso paso tanto tiempo que ya lo olvide.

Dos almas que no pudieron realizar su amor con plenitud, se volvían a reencontrar en el más allá. Lugar donde no hay maldad de por medio y era libre de todo egoísmo y odio que puede existir en el mundo terrenal.

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En un restaurante de París se encontraban nuevamente, con muchos sentimientos desbordando por los poros y aunque la tensión se podía percibir en el ambiente no era tan sofocante como la última vez.

-susurrando-. WangJi...

-¿Cómo has estado A Ying?

-¿Cómo sabes que...

-Siéntate, tenemos mucho de que hablar. 

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