Amaia

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Sentía que se desvaneceria, sus ojos pesaban, pero su supervivencia queria mantenerla ahi, viva y consciente, tenia miedo, sentir la humillante manera en que su padre la estaba golpeando dolia, y mucho.

Sentía un golpe tras otro,  y lo único que ella podía hacer era cubrirse con sus manos, pero eso no parecía detenerlo, puso sus brazos como pudo en su rostro lo demas era lo de menos.

Porfavor que pare, rezaba una y otra vez.

Parecía que ni por el hecho de ser su hija, tenia misericordia sobre ella, estuvo asi por un buen tiempo,sus ojos estaban apuntó de cerrarse, se iba a desmayar, no, no ahora no.

Pero entonces como si dios la hubiera escuchado.

Paro.

su cara dolia, su cuerpo también, quería llorar, sabía que estaba sangrando, porque sentía humedad por debajo del labio hasta su barbilla, le horrorizada tocarse y ver que estaba en lo cierto.

Se sentía humillada.

Muchas noches eran lo mismo, le daba una cena que no le gustaba, y enfurecia, quizás era por culpa de las borracheras o suya, o quizas era por el simple hecho de que ella se parecía toda a su madre, la cual los dejo cuando ella solo tenia 7 años.

No le importo dejarla, no dejo nisiquiera una explicación,solo se esfumó, su papá cayo en el pozo del alcohol, drogas y después su violencia hacia ella.

Recordándole o escupiendo que no la soportaba, qué la detestaba por el simple hecho de ser una viva imagen de su madre.

Pero ya se habia acostumbrado.

-Largate.-su voz aspera y seca, le hizo salir del transe y como pudo se paro, le dolia, su estómago, brazos y piernas, todo en si.

Quizás al día siguiente amanecería llena de hematomas, pero ya vería como taparlos antes de ir al trabajo.

No contesto y con la cabeza agachada camino como pudo, un dolor punzante en la parte derecha de su costilla se hizo presente, no quería darle ni una mirada a su padre, ni mucho menos hablarle, era su padre, como podía hacerle esto.

Divisó la puerta de su habitación y apresuró su paso.

-para la próxima espero hagas una comida decente.- la forma en que lo dijo le asqueo tanto.

Paro en seco, quería responderle, decirle que el podía solo hacerse su propia cena.

Pero estaba cansada como para pelear , aparte era su padre, no quería contestarle de esa forma.

Amaia no era asi, y solo asintio.
Termino de entrar a su habitación y se dejo sentar como pudo en su cama, mal error, su dolor de su estómago hizo que sacara un pequeño quejido, llevándose sus manos a este.

Quizás tenia una que otra costilla rota.

Parecía haber olvidado que le habían dado una golpiza, y como pudo se fue al baño, quizás la pomada que había comprado hiciera milagros, rogaba que si, ya se había cansado de tener que esconderlos, aparte de darles unas malas explicaciones a los de su trabajo.

Amaia porque ese moretón? , amaia deja de caerte tanto en casa, amaia ten mas cuidado

Eran tan entrometidos, que tuvo que decir una que otra mentira, como "que era tan torpe y que se lastimaba en casa" .

Algo que agradecía, esque los de su rostro nadie se los había notado aun, ya que el buen maquillaje que lograba hacer tapaba todo, o ellos eran muy ciegos.

Cuando eran muy feos faltaba, y creaba cualquier excusa.

Se vio al espejo y la verdad se sorprendió, estaba hecha un desastre, su labio roto, rastros de sangre sobre este pero estaba segura que no necesitaría puntos,  su pómulo derecho lo tenia hinchado, toco despacio y un quejido mas salio de sus labios .

Como pudo puso la pomada por todo su cuerpo, y tomo unas pastillas para poder dormir, sufría de insomnio y mas cuando estaba en ese estado.

Se arrastró, sus piernas parecían estar cansadas, adoloridas y como no.

Hoy trabajo todo el dia en la cafetería, y aparte de recibir los golpes de parte de su querido padre, si esque merecia llamarse asi.

No habia podido tocar su cama hasta ahora, su espalda pareció agradecerle, y sus ojos le pesaron, por fin podría dormir, y soñar un buen futuro deseado para ella.

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Como era de esperarse, no pudo ir a trabajar, al verse al espejo, un moretón enorme estaba en su lado derecho del ojo, trato de taparlo con maquillaje, pero de cierta forma no se podía, su padre se habia pasado esta vez, la verdad tenia miedo, en ocasiones la Había golpeado hasta dejarla inconsciente , el no sabía medir su fuerza, estaba segura que algun dia la mataría.

Pero que era mejor, que este infierno.

Suspiro y invento una excusa con Jonathan.

Jonathan era una buen jefe, comprendía siempre todo o almenos con ella si, la conocia y la dejaba faltar cuando se pudiera.

Aun asi estaba aburrida dentro de esas cuatro paredes de aquel viejo departamento.

Donde vivian era un viejo edificio, ubicado en mitlan. no era la gran cosa, pero si lo menos que se podían pagar con su sueldo, aparte el casero la comprendía mucho cuando no tenían ni para pagarle, le daba tiempo.

Y Si había mejores, de hecho arriba del suyo habia uno, que era enorme, pero casi nadie lo rentaba o duraba.

Pero esa mañana escucho rumores por parte del casero que alguien lo había rentado, hace dias, y ella no sabía.

Amaia aun asi no era muy social, no hablaba mucho con casi nadie del edifico, solo con su otra vecina del piso de abajo, iba de vez en cuando a pedirle azúcar.

Y no contaba mucho de su vida, no queria que supieran de ella, ni de su padre.

Suspiro

Hablando de su padre, agradecía que siempre se iba por las mañanas, a quien sabe donde, no trabajaba o no qué ella supiera , porque jamas había dado un peso a la casa, solo a su vicio, mientras ella mantenía lo poco que había en el refrigerador y la renta al casero.

-amaia linda- escucho la voz de su vecina, mientras tocaban su puerta.

-voy- se encaminaba a paso lento y abrió de una.

Su vecina le sonrió y le dio un abrazo.

-Hola linda, venia a pedirte azúcar, fui al super pero se me olvido comprar. -le dio una sonrisa apenada.

Linda era una señora de 50 años, un amor, la abuelita que siempre había querido tener amaia.

-Si, permitame. - se encaminaron a la cocina y termino dandole poquita azúcar.

-si supiste que tienes vecino nuevo?

Como pudo asintió ya que estaba poniendo la azúcar en su lugar.

-lo he podido ver, y tiene cara de muy malos amigos, mal educado no da ni los buenos dias, es mas ni te da la mirada - su vecina eso si era bastante chismosa, parloteaba y solo escuchaba como se quejaba de ese hombre, amaia no le importaba, realmente no le apetecía saber quien era el nuevo vecino.

Platicaron de mas cosas, de vecinos y del edifico, cosas que arreglar y hablar con el casero, entonces se fue.

Y otra vez quedo completamente sola en esas 4 paredes de aquel departamento, suspiro y siguió con lo que estaba haciendo. Limpiar su hogar, aunque hace bastante tiempo ya no lo consideraba uno.

Monstruo Ꜥ꧖TOM KUALITZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora