Centímetros

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Mientras camino entre la gente que atesta el centro comercial, lo pienso una y otra vez llegando a la misma conclusión.

Es una locura.

Me muerdo el labio con  nerviosismo. Definitivamente es una locura, pero igual lo estoy  haciendo; voy en camino a comprar un par de plantillas que me permitan  verme un poco mas alto.
Suspiro.
Un poco no. Lo suficientemente alto como para poder verle directamente a los ojos.

Siento una familiar  molestia en mi estómago; la misma incómoda sensación que sufro cada vez  que evoco su voz, que recuerdo sus ojos o que imagino sus labios. Esos recuerdos luego se transforman en latidos desenfrenados, risitas tontas y palabras  absurdas cuando le tengo de frente.

Me detengo un momento  para respirar profundamente, porque tan solo de pensar en el efecto que  provoca en mí, mis mejillas ya se han puesto calientes y rojas y mi  corazón late desbocadamente que casi lo siento en la garganta.

Debo verme como un loco.

Miro a mi alrededor  mientras respiro profundamente una última vez y noto que afortunadamente  nadie me presta atención. Miro entonces hacia el lado de las tiendas  frente a la que me he detenido y a través del cristal del aparador, veo  un par de botas. Del tipo de botas que los chicos malos en la televisión  suelen usar en las películas.

Del mismo tipo de botas que él suele utilizar algunas veces.

Sonrío.

¿Porque no puedo dejar de pensar en él?

Quizá es la emoción de saber que mañana saldremos juntos. O quizá porque soy consciente de que me gusta.

Mucho.

Me cubro el rostro con  las manos avergonzado de admitir la verdad aunque solo haya sido en mi  cabeza y vuelvo a recurrir al ritual de profundas respiraciones hasta  que logró tranquilizarme.

Sigo caminando entonces y pronto me encuentro en mi destino.

Entro en la tienda y me dirijo al mostrador caminando lentamente mientras considero la idea de dar la vuelta y regresar.

¿En que punto la genética y la naturaleza se olvidaron de mi y decidieron que ser un hombre un poco más bajito al promedio era lo que mas me convenía?

Tuerzo la boca y me  detengo listo para dar la vuelta y regresar. Estoy a punto de hacerlo  cuando escucho una voz dulce preguntar:

- ¿Puedo ayudarte?

Levanto la mirada hacia el mostrador. Una chica me mira desde el otro con una gran sonrisa. Me siento enrojecer.

¿Porqué estoy haciendo esto?

Ella enarca las cejas, esperando mi respuesta.

-P-p-plan-ti-ti-llas -  intento decir, imitando a un tartamudo.

¿Enserio estoy tan nervioso?  Debo parecer un tonto.

Inhalo profundamente y repito:

-Estoy buscando  plantillas. De esas que te hacen crecer... a-algunos centímetros más.

Muevo la mano en el aire, primero a la altura de mi pecho con la palma  extendida hacia abajo y luego más arriba, como haciendo alusión de  alguien creciendo.

Ella sonríe y comienza a moverse para salir tras del mostrador.

-Sígueme.

Pide e inmediatamente voy tras ella.

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