CAPÍTULO 17: Tulipanes rojos (parte 1)

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 Los tulipanes están estrechamente asociados con el amor y la pasión, al igual que las rosas. Esto hace posible comunicar sentimientos íntimos más directamente a la persona a la que estás expresando tu afecto. El tulipán rojo expresa un sentimiento intenso y profundo. Los tulipanes rojos son una forma de expresar tu amor, afecto y pasión por la persona a quien se los entregas.

Assane sostiene con firmeza el rostro de Min-ho, tanto con la intención de transmitirle tranquilidad y confianza, como de controlar el temblor de sus propias manos. El corazón late desbocado en su pecho, siente que la sangre se dispara en todas direcciones y que puede incluso escuchar su propio pulso por encima de la respiración entrecortada de Min-ho. Ni siquiera ha tenido tiempo de asimilar lo que ha ocurrido. ¿Min-ho acaba de besarle? Es imposible, no puede ser.

Una parte de él, la más fuerte, quiere creer que esto no es un sueño. No sabe qué fue lo que sintió realmente por él hace diez años, al fin y al cabo, era sólo un joven que apenas sabía nada sobre el amor. Y, aun así, jamás se olvidó de aquel chico coreano al que una vez había salvado. Ojalá entonces hubiera tenido la valentía y, sobre todo, la capacidad de comunicarle la fortaleza que él había sabido ver en Min-ho. Siempre creyó que Min-ho se infravaloraba a sí mismo por no ser capaz él solo de enfrentarse físicamente contra aquellos que le torturaban cada día. Pero Assane sabía que no era así, que el débil no era Min-ho. Él le había observado, había visto con qué fortaleza se enfrentaba a aquella rutina tan violenta e injusta, la entereza con la que sobrevivía día a día. Atacar a alguien en grupo no es valiente, pero, seguir viviendo a pesar de ser sometido a semejante infierno, eso sí era digno de ser admirado. Assane vio aquella fuerza en él y siempre se arrepintió de no haberle dicho nada entonces. Es ahora, diez años después, justo cuando Min-ho ha tomado las riendas de la situación y ha hecho lo que tanto deseaba y anhelaba, que ha visto de nuevo esa fiereza en él. Assane siempre le admiró por ello en aquel entonces y deseó ser un poco más como él. Nunca se olvidó de aquellos días con Min-ho ni de aquel enamoramiento que le embotó los sentidos. ¿Habrá sido igual para él?

Assane no puede bajar el ritmo de su respiración y la de Min-ho también permanece acelerada. Sus ojos, hinchados por las lágrimas silenciosas, adquieren un extraño brillo de deseo. Y Assane siente que perderá la cabeza si los sigue mirando mucho tiempo más. Sin poder evitarlo baja la vista a sus labios, esos que hace apenas unos instantes estaban sobre los suyos propios, suaves y cálidos. Rojos por el contacto reciente y brillantes por las lágrimas que los han alcanzado, Assane no puede evitar sentirse atraído como un imán. De pronto la necesidad de volver a unirse a ellos es más fuerte que cualquier otra cosa, y aunque desearía poder hablar y calmar con palabras a Min-ho, preguntarle por qué llora y ser su consuelo, no puede. Lo único en lo que puede pensar es en besarle de nuevo, en fundirse con él de manera que no haya nada más.

Como si Min-ho le hubiera leído la mente, ambos se unen en un nuevo y cálido beso. Es dulce y lento, como si ninguno tuviera prisa. No es que la pasión o el deseo no impregne sus espíritus, es, simplemente, que ambos necesitan saborearse bien. Como si a través de ese beso se estuvieran leyendo mutuamente, hablándose en un lenguaje que sólo les pertenece a ellos dos.

Con decisión, pero con la misma calma, Assane rodea con sus brazos a Min-ho y sin necesidad de coger mucha fuerza, lo levanta del suelo para estrecharlo aún más fuerte contra él. Min-ho que parece compenetrarse con sus pensamientos, le rodea con las piernas y se abraza aún con más fuerza sin separar sus labios de los de él ni un segundo. Con mucho cuidado, Assane avanza con paso firme hasta sentarse en una de las camas de la habitación, con Min-ho aun rodeándolo con sus piernas. Con ese movimiento, ambos separan sus labios durante un instante y entonces sus miradas vuelven a cruzarse. Ya no hay lágrimas en el rostro de Min-ho, ahora las sustituye una amplia sonrisa que enmarca su níveo rostro arrebolado. Assane siente de nuevo una punzada en el pecho, pues la belleza de Min-ho siempre le ha sobrecogido.

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