𝐂𝐞𝐥𝐨𝐬

"𝑫𝒊 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒎𝒊𝒐..."

Stolas y Blitzø ya eran pareja oficial desde hace unos 6 meses. Stolas siempre pensó que Blitzø seguiría siendo odioso, y sin embargo, se equivocó.

El diablillo es todo un amor, siempre que llegaba del trabajo buscaba a su ahora novio para que este lo haga sentir mejor con sus caricias, besos y palabras.

Y él no se quedaba atrás. Siempre ayudaba a su pareja en los deberes, y lo consolaba cuando no se sentía bien.

Al principio los dos decidieron guardar el secreto de su relación, pero después no pudieron evitar mostrarse afecto en público y, cuando empezaron a rumorear, el príncipe confesó todo, sin vergüenza alguna.

Blitzø estaba orgulloso, incluso habían muchos compañeros de Stolas quiénes le aconsejaban sobre tener otra clases de parejas y el príncipe solo los ignoraba. Él amaba a su pequeño diablillo, y el diablillo lo amaba a él.

Básicamente, todos en el santo infierno se enteraron sobre su relación, y a ellos no les importaba en lo absoluto.

Se sentían bien con que los demás demonios supieran que los dos se pertenecían mutuamente.

Y todo era muy hermoso, favorecedor, cómodo...

Pero, ¿Qué pasa con los celos?

Ok, Stolas es más relajado por esa parte. Le permite a Blitzø tener amigos y coquetear con otras personas ya que sabe que el imp es así y no puede hacer nada más que solo aceptarlo.

En cambio Blitzø si era posesivo con el príncipe, demasiado.

A él no le gustaba que su búho se acercara a otras personas, menos si esas personas buscaban otras intenciones con éste.

Stolas es uno de los pocos príncipes del Ars Goetia que tiene una figura tan esbelta similar a la de una chica.

Sus caderas, muslos, torso y hasta sus facciones eran tan afeminados.

Esto atraía a sus compañeros, pero Blitzø detestaba que ellos lo vieran con esos ojos...

El príncipe más de una vez le recalcó que era solo suyo y que no tenía por que preocuparse, y Blitzø lo sabía. Él confiaba en su novio, pero aún así no podía ocultar los celos que sentía.

Ellos se encontraban en una fiesta real organizada por Andrealphus, el ex cuñado de Stolas.

Él y el príncipe tenían una amistad grandiosa, con Andrealphus haciendo cualquier comentario y Stolas riéndose por ello.

Se la pasaban juntos, demasiado para el gusto de Blitzø, quién ya estaba cansado de el pavo real.

El imp los vigilaba desde una esquina, mientras que estos tomaban y hablaban sobre cualquier cosa no tan importante.

Andrealphus tenía la costumbre, de que cada que hablaba o se la acercaba a Stolas, posaba su mano en su cintura.

Y lo que más enfurecia a Blitzø era que Stolas no hacía absolutamente nada para detenerlo, como si quisiera eso.

El imp no dejaba de gruñir, quería ir hasta allá y partirle la cara a ese pajarraco celeste por acercarse a su lindo búho.

De un momento a otro, las dos aves se tropezaron y quedaron en una posición muy comprometedora.

Las manos de Stolas apoyadas en la mesa, con las de Andrealphus encima de ellas, y casi uniendo sus bocas.

Sentían el cálido aroma entre sí, y los dos se sonrojaron de la vergüenza. Separandose de golpe y disculpandose entre risas el uno al otro.