Capítulo II: ¿Almas gemelas?

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Emily vió con tristeza como Damon le clavaba un perchero a Elijah en el pecho

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Emily vió con tristeza como Damon le clavaba un perchero a Elijah en el pecho. Por alguna razón, sintió tristeza, como si una pequeña parte de ella, quisiera que él estuviera bien, y a ser posible, hablando con ella. Pero Trévor la sacó de sus pensamientos cuando la abrazó.

—Gracias, gracias, gracias. —Murmuraba alegre. Siempre estaría agradecido con ella por salvarle.

—No hay de qué, Bob. —dijo la chica riendo suavemente.

Damon apartó al chico de ella y la abrazó.

—Oh, pequeño duende, no sabes lo preocupados que estábamos. Tu hermana casi me arranca la cabeza al enterarse que habías desaparecido.

—Y Damon casi me la arranca a mí por no saber donde estabas. —Stefan rió.

La chica rió con él mientras el pelinegro le fulminaba con la mirada.

—Cállate, Stefi. —Se burló el mayor del apodo con el que a veces la morena se refería a él.

Stefan dejó de reír y salió de la casa, con un brazo encima de los hombros de Elena, y detrás, Damon abrazando a morena mientras reían, les siguieron. Rose y Trévor se habían ido minutos atrás, después de que el chico le agradeciera.

—Damon. —Llamó la chica a su amigo antes de entrar a su casa.

—¿Sí?

—¿Elijah estará bien? —preguntó lo que llevaba minutos rondando en su cabeza. Damon la miró confundido.

—No creo, pequeño duende. Una estaca mata a cualquier vampiro.

La chica asintió, sintiendo todavía ese pequeño vacío dentro suyo.

—No te tienes que preocupar por él, duende. Ya no es una amenaza.

La chica asintió y abrazó al vampiro como siempre hacía antes de entrar a su casa y recargarse en la puerta.

—Él no era una amenaza. —La chica susurró.

—¡Emily! —Su hermana gritó abrazándola. —¡Menos mal que estás bien! El idiota de Damon no me dejó ir a ayudar.

—Está bien, Care. Lena y yo supimos sobrevivir. —La chica bromeó.

—Quiero que me lo cuentes todo. —Caroline la arrastró hasta su habitación.

Después de una hora contándole lo que había pasado, Emily le contó su encuentro con el misterioso Elijah, y lo que le había oído decir a Trévor y Rose.

—¡Oh Dios mío! ¡Eres su alma gemela! ¡Eso es genial! —Gritó.

—Por favor, Care. —Bufó la morena. —Las almas gemelas no existen.

—Eso ya lo veremos, Ems. —Contradijo la rubia. — Yo creo que sí, y que es maravilloso que tengas una. Además, así podremos tener una doble cita.

—¡Claro! ¿Ya has encontrado a un novio? —preguntó burlona la chica.

—Oh, no seas borde. —Le pegó con una almohada. —Tyler es muy buen chico.

—No lo sé, Care. No me fío mucho de él.

Después de que pasaran las primeras horas de la madrugada hablando, ambas cayeron dormidas en la misma habitación, tal y como hacían cuando eran pequeñas y hacían pijamada.

Por la mañana, el sonido de un teléfono las hizo despertar. Emily se estiró para coger su teléfono de la mesilla con cuidado de no despertar a su hermana.

—Seas quién seas te mataré por despertarme. —Avisó.

—Buenos días, Jeremy, ¿cómo te encuentras? Oh, yo me encuentro bien, ¿y tú, Emily? —El chico Gilbert ironizó haciendo sonreír a la chica.

—Perdón, Jer. ¿Cómo te encuentras?

—Muy bien, gracias. —El chico rió. —Llamaba para decirte que si te querías venir a desayunar y a hacer un día de películas.

La chica sonrió ante la idea de su mejor amigo y contestó. —Pues claro, Jer. En diez minutos estoy ahí.

Cuando colgaron, la morena se levantó de la cama sin despertar a Caroline y se vistió con algo casual y cómodo. Cogió un trozo de papel de su escritorio y le escribió una nota a su hermana.

<<Buenos días, Care. Me he ido a casa de Jeremy y estaré allí todo el día. Cuídate, te quiero.

Att: Tu hermana favorita.>>

Sonrió ante su nota y la dejó encima del móvil de su hermana. Salió sin hacer mucho ruido y caminó hacia la casa de Jeremy. Mientras, iba mirando el paisaje, el parque, los árboles, la gente, el cielo, era algo que sin duda pintaría más tarde.

Al llegar, una Jenna muy bien vestida le abrió la puerta sonriendo.

—Hola, Emily.

—Hola, Jenna.

—Jeremy está en su habitación. Yo voy con Alaric, volveré luego.

—Vale, Jenna. ¡Que te lo pases bien en tu cita! —La chica le gritó a la mayor cuando vió como se alejaba.

Ella conocía a Jenna desde que se vino a vivir con los hermanos y ciertamente, le había caído muy bien, era como una segunda madre para ella. Ella había visto a Alaric y Jenna juntos, y había calificado varias veces la tensión entre ambos como "agonizante". Sabía que ambos se gustaban y no se lo decían, lo que le parecía una tontería.

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