Lunes.
Después de no poder dormir toda la noche por los nervios, Silvia se despertó angustiada, estaba muy preocupada de que las cosas no le salieran como su padre esperaba. Se levantó y desayuno algo ligero para después ir y tomar una cálida ducha. Se puso un hermoso vestido formal, corto, color rojo, no podía faltar su toque atractivo. Optó por combinar con unas elegantes zapatillas color nude.
Tomo las llaves del auto y manejo hacía el edificio de la nueva “Global Radio”.
Llegó y se estacionó. Caminó rumbo a la entrada, observó el lugar. Era lindo, un gran edificio con varios pisos, por fuera tenía unas maravillosas ventanas espejo.
—¿Señorita Navarro? —pregunto un chico castaño obscuro de ojos verdes, bastante formal.
—Buenos días, si, soy yo. —sonrió nerviosa.
—¡Bienvenida! —Dicho ésto, varios empleados que tomaban un gran cartel que decía "Bienvenida nueva jefa" salieron de su escondite.
—¡Vaya! ¡Muchas gracias! Que lindo detalle, enserio —se le dibujo una gran sonrisa—, No me esperaba está maravillosa bienvenida.
—Estamos muy alegres y contentos por su llegada. —exclamo el castaño.
Los empleados la saludaron y volvieron a sus lugares a trabajar.
—Gracias, y bueno ¿Cómo te llamas?
—preguntó Silvia.—Me llamo Flavio, su asistente personal, para servirle.
—¡Perfecto! Supongo que mi padre te contrató como mi asistente personal.
—Así es Señora.
—Bueno Flavio, me podrías llevar a conocer las instalaciones y cuál será mi oficina. Antes de ir a La Costeña a firmar el acuerdo.
—Claro jefa, y para recordarle que la reunión con La Costeña es en 1 hora, así que empezemos el recorrido.
Después de que Flavio le dió el recorrido a Silvia por todas las instalaciones, le mostró su oficina, y le ayudo a instalarse.
—Esta oficina es mucho más grande que la que tenía, realmente es muy bella. —dijo Silvia.
—Que bueno que le gustó su oficina señora, su padre nos encargó contratar a los mejores diseñadores para que usted estuviera cómoda —sonrió—. Y bueno, ya casi es la hora para su junta, si me permite, pienso que debería adelantarse, aveces el tráfico se pone exagerado aquí en Los Angeles. —exclamo Flavio.
—Sí, tienes razón. Mejor me marcho de una vez, volveré después de la junta y de hablar unas cosas con el jefe de La Costeña.
Silvia se despidió de su asistente y se dirigió hacía la empresa de “La Costeña” no quería llegar tarde, todo debía salir perfecto.
Llegó a un gran edificio rojo con las letras de La Costeña, bastante grande el lugar, con varias plantas.
Entro por la gran puerta y chocó con alguien.
—Ay, disculpa fue un accidente. —Se disculpó Silvia.
—No te preocupes, tranquila —sonrió—, veo que estás muy apurada, no te disculpes.
—Que guapa que es está chica, hasta parece que ya la he visto antes.—La verdad es que sí —le devolvió la sonrisa—, tengo una junta muy importante y voy apresurada.
Silvia observó al chico, se veía bastante sexy. Tenía una sonrisa encantadora. Alto, de tez moreno claro, con unos hermosos ojos color miel, casi le atinaban al verde, su atractivo pelo negro y lacio, de seguro hacía ejercicio; a lo lejos se podía notar su abdomen muy bien trabajado a través de ese smoking azul marino, sus brazos fuertes y musculosos, y sus manos, Dios, se le marcaban las venas.
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El deseo en tu mirada
Romance¿Se puede el rencor convertir en deseo? La única manera de comprobarlo es fácil, con tan solo verte a los ojos puedo notar el deseo en tú mirada. Quien iba pensar que su vida iba cambiar tan repentinamente, por la persona que menos quería ver en el...