La posibilidad de la felicidad

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El héroe sin harem

Capítulo 26: La posibilidad de la felicidad

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Un nuevo día pareció borrar las malas vibraciones del anterior; la mesa, adornada con un mantel amarillo, hacía de base a un florero que no llevaba flores, sin embargo, igual se veía bonito por estar formado de coral con una tonalidad similar a la turquesa.

—Gracias, se ve rico. Ya no recuerdo la última vez que tomé un desayuno casero, de hecho, creo que no hice tal cosa desde que llegué a este mundo hace más de un año.

—Pobrecito, ten otra porción. La necesitas, se ve a simple vista que no comes como los dioses mandan.

—Pero esa era mi porción de costumbre, mi coralito.

—Amador es nuestro invitado, no actúes mimado que eso no va contigo, papá, héroe de otro mundo.

—Ambos son ex héroes de otro mundo, ¿y mi parte? ¿Por qué se ve tan pequeña? Esto es discriminación, nya.

—Perdón, con lo pequeño que eres, no creí que tu estómago se comparase a la de nosotros.

—Pues te equivocas, pon el atún y pon la leche, nya.

—¿Por qué usas onomatopeyas al hablar? Antes no hacías este disparate de muletilla —le preguntó Amador.

—Eso hace cuando quiere llamar la atención de las chicas hacia su héroe de turno. Deja de hacerlo o juro por los dioses que te voy a poner en la cacerola —explicó As con gesto de pocos amigos, gesto que cambió a la de un padre alegre cuando la pelirroja regresó con más comida para el gato alado.

El desayuno supo a gloria y los refrescos a vitalidad; conversación sencilla y una que otra historia graciosa de As de sus tiempos de héroe, amenizaron la mañana al son del cantar de las olas espumosas sobre las arenas de la playa, no obstante, sabían que el ambiente relajado debía concluir en pos de retomar el asunto de la problemática del poblado y tratar de hallar una posible solución.

—Pues como ya te expliqué, tampoco puedo usar mucho de mis poderes. Ya no soy el héroe de otro mundo, esos días se acabaron y me imagino que tú tampoco puedes recurrir a grandes habilidades mágicas.

—Así es, solo tengo un inventario con el que accedo por medio de mi pantalla, fue lo único a lo que pude recurrir desde que vine a este mundo hace un año. Es más o menos tu caso, ¿no?

—En efecto, así que la opción de atacar a los hombres tortuga no es una opción. Sería de suicidas y estúpidos ir para adelante solo confiando en la fuerza bruta, fuerza que ya no tenemos.

—Y ni hablar de cómo diablos llegaríamos donde esas cosas, ¿me dices que viven en el fondo del mar? Imposible llegar allí, la presión y falta de aire nos mataría. Incluso, si tuviéramos éxito, no podríamos escapar, necesitaríamos horas para ascender a la superficie o el brusco cambio de presión nos mataría.

—Pero yo escuché que los hombres tortuga no viven a mucha profundidad, pero eso sí, su ambiente no es bueno para los humanos. Viven cerca de las fumarolas, esas cosas que son como volcanes en miniatura —dijo Jessie, mirando a ambos lados.

Solo Eros parecía ajeno a esa plática, considerando que sus orejitas debían pararse solo cuando una posible trama romántica entre su héroe de turno y la jovencita diera visos de asomo.

—Coralito, ¿estás segura de no querer mi propuesta? Insisto en que sería lo mejor.

—Papá, no podemos mudarnos y dejar abandonada a toda la gente, son nuestros vecinos y amigos, debemos ayudarles de alguna forma.

Isekai: El héroe sin harem (Completa. De Bolivia para el mundo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora