16. Abril

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A la mañana siguiente nos levantamos temprano para no llegar tarde a la clase de inglés y la verdad es que no pude prestar nada de atención

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A la mañana siguiente nos levantamos temprano para no llegar tarde a la clase de inglés y la verdad es que no pude prestar nada de atención. Estaba nerviosa, tenía que confesarlo. Drew me pasaría a buscar a la residencia sobre la una del medio día y aún faltaban dos horas pero ya estaba frenética. Estaba nerviosa porque aún no había podido olvidar lo que había pasado la tarde anterior. Cómo me había acariciado el labio inferior, cómo yo había entreabierto los labios por puro instinto. Mis latidos frenéticos. Y él escapándose para fumar como una locomotora porque estaba más nervioso que... yo que sé. ¿Y si volvía a pasar algo semejante? ¿Y si esta vez llegábamos un poco más lejos? ¿Y si él...? ¿Y si yo...? No, no podía pasar y lo sabía, él también lo sabía. No podía pasar nada entre nosotros.

Las horas pasaron lentas como un desfile de tortugas y al fin volvimos a la residencia para poderme arreglar un poco. Me puse el vestido que las dos psicópatas me habían obligado a escoger y cuando me miré en el espejo comprobé que no me quedaba tan mal. Era rojo, de manga corta, con florecitas minúsculas de color blanco y escote con forma de corazón, me iba por las rodillas y la falda tenía algo de vuelo, así que podía moverme con total libertad. Me puse unas bambas negras para tener un look más casual, no pensaba ir con los tacones que me había dejado Miriam, estaba segura de que si me los ponía acabaría con los dos pies rotos. Me puse un maquillaje sencillo y me hice una coleta alta.

Poco antes de la una del mediodía Drew me llamó para decirme que ya estaba abajo. Se había dado prisa el chaval.

Cuando bajé lo vi apoyado en un coche con las manos en los bolsillos de su pantalón azul mirando la puerta. En cuanto me vio una sonrisa enorme se le dibujó en la cara y sus ojos brillaron con intensidad. Le habría hecho una foto en aquel instante, estaba tan guapo con esa sonrisa que habría deseado tener mi cámara de fotos conmigo para inmortalizar ese momento.

—Hola —saludé al llegar a su altura.

—Hola... —susurró mirándome de arriba abajo—. Ehm... ¿dónde tenías escondidas estas piernas?

Se rio ante su ocurrencia y di una vuelta sobre mí misma para que me mirara bien.

—Me las he comprado esta mañana —bromeé—. ¿Te gusta como me quedan?

—Te quedan de infarto —contestó aún con la mirada puesta en mis piernas—. Ojalá te las hubieras comprado antes.

Me sonrojé como un tomate y ya estaba empezando a hartarme de que mi cuerpo reaccionara de esta manera cada vez que Andrew me decía algo.

—Es que hoy estaban en oferta —contesté tragando saliva e intentando controlar el cosquilleo que sentía en el estómago.

Drew se rio y empezamos a caminar hacia la parada de bus que había en esa misma calle.

—¿Está muy lejos?

—A media hora en bus, pero ya verás que es la mejor comida italiana que jamás habrás probado.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora