Capitulo 4; Fiesta de victoria.

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Horas han transcurrido desde la llegada de las cuatro cabezas de las familias nobles al castillo de su Rey. Actualmente, el sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte, provocando que el cielo pasará de ser de un hermoso azul claro, a tornarse de un intenso rojo rubí y posteriormente a un cielo completamente oscuro.

Con la llegada de la luna y las estrellas posando sobre el tranquilo cielo nocturno, a las afueras de la ciudad, se comenzaría a formar una larga fila de carruajes, los cuales tenían diferentes emblemas de familias pertenecientes a la nobleza grabados a sus costados.

Los guardias del palacio se habían anticipado a su llegada, por lo que horas antes de que los carruajes arrimaran a las murallas de la ciudad se habían encargado de despejar a todos los ciudadanos de las calles, para que de esta forma se pudieran crear un camino con el cual se pudiera llegar directamente al castillo.

Tan pronto como los carruajes comenzaron a entrar en la ciudad, estos inmediatamente empezaron a seguir el sendero que había sido construido especialmente para ellos, con el cual llegarían al castillo en cuestión de tan sólo unos pocos minutos. Una vez que llegaron a las orillas del puente levadizo, los nobles que se encontraban dentro de los carruajes, observaron, con cierto asombro, como el puente ya se encontraba abajo.

Con el camino completamente libre, los carruajes pasaron por el puente y posteriormente entraron a los jardines principales, donde tan pronto como hicieron presencia dentro de los terrenos del castillo, todos los nobles serían recibidos por cientos de tropas de caballeros, los cuales se encontraban organizados perfectamente en filas alrededor de los jardines.

Al observarlos más detenidamente, los nobles notaron que todos y cada uno de estos caballeros, portaban en sus hombreras derechas los emblemas de una de las cuatro casas nobles que gobernaban el Reino.

Mientras los nobles se encontraban entrando por la puerta principal del palacio, mirándolos desde la distancia, una silueta se encontraba observando todo lo que estaba sucediendo allí fuera, viéndolos a través de una de las ventanas pertenecientes a los pisos superiores del castillo. La sombra continuó haciendo lo mismo durante algún tiempo más, hasta que esta, simplemente, se alejo de la ventana.

Sin embargo, mientras la persona caminaba por el corredor, su camino se vería interrumpido por una puerta abriéndose justo delante de él, mostrando como desde aquella habitación salía una joven y hermosa mujer. Aquella doncella tenía una piel que a simple vista se veía tan suave y delicada como la porcelana, un cabello de color castaño que se encontraba perfectamente peinado, unos ojos azules que se asemejaban a un par de zafiros y un bello vestido de color rojo.

La mujer, al momento de salir de la habitación, lo primero que observaría al estar en el pasillo fue a uno de los sirvientes de su padre, quien, al igual que ella, también se encontraba mirándola fijamente a los ojos. Al observarlo más detenidamente, los ojos de la hermosa joven se ancharian ligeramente por la sorpresa, al mismo tiempo que su rostro se paralizaria en una expresión de incredulidad.

— ¿Alonso? — le pregunto al sirviente en voz baja, sin salir de su asombro.

Alonso, en lugar de correr o negar su identidad, él simplemente se acercó hasta quedar frente a la mujer. El joven se hallaba vestido de la misma forma que los demás sirvientes, además de tener el cabello arreglado en una coleta de caballo y, en lugar de estar con su semblante serio, estaba con un rostro mucho más pacífico.

— cuanto tiempo sin vernos Princesa Isabella — le saludo inclinando ligeramente su torso hacia adelante.

Cuando la voz de Alonso llegó a los oídos de la princesa Isabella, ella rápidamente se lanzaría hacía él para envolverlo en un fuerte abrazo. El cual seria inmediatamente correspondido.

Sangrienta Venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora