Bielorrusia y Rusia regresaron a casa del latinoamericano, se pusieron al día de lo que había ocurrido durante los dos meses que habían estado separados. La hija menor de la Unión Soviética aún no podía creer lo que sus ojos veían, sabía que su cerebro debía procesar aquella información. Tenía una hermana, por así decirlo. En parte estaba agradecida, Rusia se había atrevido a hablar más con ella y a dejar su actitud fría de lado, además sentía que le hacía falta una hermana en su familia, estaba cansada de lidiar con tanto varón en casa.
—Слушать (Escucha) —el mayor sujetó su hombro antes de volver a ingresar al hogar de México—. Sé que probablemente ahora me odies por la decisión que tomé, pero sólo te pido que guardes el secreto hasta que logré encontrar una solución. Sólo eso te pido, Bielo, por favor.
—Rusia... —lo miró de pies a cabeza, sin saber exactamente que sentir por su hermano—. Lo intentaré, pero si para enero no lo logras, voy a cantar como un ruiseñor para Ucrania. No dejaré que metas al mundo en una tercera guerra.
—Lo comprendo —dijo bajando la mirada, preocupado por lo que pasaría de no recuperar su cuerpo nuevamente.
Bielorrusia golpeó la puerta de la casa de México, quién les abrió la puerta de su hogar vestido con un delantal rosa manchado de harina. Tenía también blancas las mejillas y algunos restos de huevo en su cabello.
—О Божухна! (¡Por Dios!) —exclamó la de ojos índigo—. ¿Pero qué te paso?
—Oh, ¿esto? —talló un poco sus mejillas, tratando de quitarse la harina de la cara, empeorándolo en el proceso—. Sólo cocino, estoy haciendo mis propias tortillas. Es sólo que... Me explotó la bolsa de harina, Paco se comió la mantequilla, y luego-
Fue interrumpido por unas dulces risas, Rusia no podía evitar sonreír ante la ridícula apariencia del moreno cubierto de ingredientes de cocina. México sonrió ante la felicidad de la rubia. Fue ahí cuando las palabras de ONU hicieron sentido sobre la mente de Bielorrusia, ahora entendía por qué la organización pensaba que la nación azteca estaba enamorado de su hermano mayor. Abrió la boca, sus labios formaron una perfecta o.
—¿Belarús? —sacudió varias veces la cabeza, regresando su mirada a las sonrisas de ambos países—. ¿Todo en orden? Has estado un poco extraña
—Todo bien, Méx —volvió a poner su semblante frío y serio—. ¿Por qué lo preguntas?
—Bueno, hace un momento intentaste matar a mi traductora, y ahora la traes viva a mi casa —diría arqueando una ceja.
—Fue una corazonada, me disculpo de antemano por actuar con impulsividad —pidió perdón, debía volver a actuar con normalidad después de haber causado una escena.
—No te preocupes, mija —le sorprendía la paciencia que tenía el mexicano, era muy difícil hacerlo enojar.
—Добра (Bien) —acomodó su bolso, revisando el reloj de su muñeca—. Ya que mis asuntos aquí han terminado, he de volver a mi territorio.
—¿Te vas? —oh, no, justo lo que la europea temía, la hospitalidad e insistencia de México—. Puedes quedarte en mi casa si gustas, descansa y regresas a tu país mañana.
—няма (No) —nuevamente lo interrumpió—. No es por ser descortés, pero mi vuelo sale en hora y media. Además, no tengo razones para quedarme aquí más tiempo, yo igualmente tengo que encargarme de asuntos en mis tierras.
—Oh, si es así lo entiendo —le regaló una sonrisa.
—Бывай, добры дзень (Hasta luego, buen día) —le dio un apretón de manos a Rusia, y cuando se iba a despedir del mexicano, este la jalo para abrazarla.
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Женщины (RusMex)
Fanfiction» Actualizaciones: Martes « En un viaje organizado por la ONU, todos los países deben unirse a una marcha LGBT+. Sin embargo, el hijo mayor de la Unión Soviética se reusa a participar, por lo que huye de la escena lleno de rabia. Su odio irracional...