Extra.3

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Maddy suspiro con fuerza, mientras tomaba fuertemente el volante entre sus manos, llevaba más de diez minutos debatiendo que es lo que haría.

Estaba estacionada frente a su casa, y le sorprendía que Tom aún no se hubiera dado cuenta de que el auto ya se encontraba afuera, seguramente aún se encontraba luchando con Golden.

Estaba tratando de contener el llanto que seguramente no tardaba en salir, quería creer que todo lo que dijo aquella rubia era totalmente mentira, pero... Había una posibilidad.

No..

Tom no era así... El cambio, el le demostró de miles maneras que la amaba, que nada en este mundo podía ser más grande y fuerte que su amor, que nada más brillaba tanto como ellos.

La chica salió del auto con una fingida tranquilidad, cerro la puerta con suavidad, mientras caminaba hacia la puerta, acomodo su bolso en su brazo y coloco la llave en la puerta, abriendo está inmediatamente.

Su mirada era neutral, al igual que su rostro, no estaba interesado en mostrar ninguna emoción, no por ahora... Escucho los ladridos del cachorro a lo lejos, y detrás los gritos de Tom, quien seguramente lo seguía por toda la casa.

Cerro la puerta tras ella, mientras caminaba con suavidad hacia el patio trasero, sonrió al ver la escena, su esposo estaba mojado hasta los pies, mientras sus el perro ni siquiera tenía algún pelo con agua.

Observo como el cachorro la volteaba a ver, y inmediatamente este corrió hacía ella, quien solamente se agachó y acaricio su cabeza con suavidad, está accion siendo rápidamente notada por el mayor.

Maddy nunca había hecho aquello, siempre que estaba con Golden lo cargaba o cualquier otro tipo de abrazo, pero nunca lo dejaba en el suelo, algo que el perro también noto.

─¡Madd, este animal ni siquiera deja que lo toque!─ Hablo el mayor con una sonrisa divertida, mientras se acercaba a su esposa.

La mencioname levanto levemente su cabeza, al igual que su cuerpo, reincorporándose en su posición, Tom arrugó su rostro el ver el de la menor, sus ojos estaban algo llorosos y su nariz estaba muy roja, se cerco con rapidez y tomo la cara de su amada entre sus manos.

─Cariño... ¿Estuviste llorando?─ Pregunto el mayor con preocupación, intentando encontrar la razón del por qué su esposa se encontraba de aquella manera.

─Tenemos que hablar...─ Susurro la menor con dificultad, teniendo que su voz se rompiera.

Tom arrugó sus cejas, y se quedó ido por algunos segundos, intentando recordar sus acciones o si había cometido algo que haya causado esto en la menor, pero nada... Solo estaba el recuerdo de haber hablado con la rubia, y no haberle dicho nada de lo ocurrido a la chica.

No... Estaba seguro que no era eso.

Asintió frenéticamente y onde como la menor retrocedia un poco, sacando su rostro de sus manos de manera suave, sin ser brusca.

─Bien... Estaré en la sala..─ A penas y le pudo escuchar, su voz salía tan débil, que parecía estar apunto de quebrarse.

Tom no dijo nada más y observo la figura de la menor entrar nuevamente a la casa, su mente divagaba, y su corazón latía fuertemente, junto con el miedo del por qué el estado de la menor..

A lo largo de su matrimonio tuvieron algunas discusiones, otras mas fuertes que la anterior, y hubieron días en los que los dos compartían el mismo enojo, pero sabían que no podían vivir con el otro separado, así que siempre lo solucionaban, de alguna forma, pero siempre lo hacían.

Pero esta vez era diferente... Su mirada, su voz, todo le hacía pensar que estaba vez era totalmente diferente, y eso le hacía querer gritar de frustración.

𝗬𝗲𝘀 𝗜 𝘄𝗮𝗻𝗻𝗮 𝗱𝗼 ; Tom Kaulitz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora