Después de una ruptura, el corazón se niega a volver a latir, a volver a confiar y solo quieres paz, calma, quieres fingir que estando solo estás mejor y cuando llegas a creerlo, cuando todo en ti está en orden, aparece alguien que te revuelve todo, los días, las noches... las emociones, la vida.
*****
Después de hacer el amor, ninguno fue capaz de decir nada, nos quedamos abrazados, perdidos en nuestros pensamientos y en esos sentimientos que no queríamos seguir ocultando.
La mano de Andrés me acariciaba el brazo y yo solo estaba aferrada a él, a su calor, al aroma de su perfume.
—¿Tienes hambre? —me preguntó, yo suspiré.
—Creo que mi hambre no era de comida —admití.
Andrés me tomó de la barbilla para hacerme mirarlo.
—Vamos a cenar —susurró besándome la nariz.
Negué y volví a esconder mi rostro en su pecho.
—No quiero salir de aquí —susurré— no quiero que se me pase el efecto del placer y el amor que siente mi cuerpo.
Él me rodeó con sus brazos y besó mi cabello una y otra vez.
—Planeo que tengamos de ese efecto para siempre... —susurró.
Lo miré.
—Eso es imposible...
—Nada es imposible, hermosa —me besó la nariz— vayamos a cenar, necesitamos hablar...
—¿No podemos fingir que todo está bien, que la vida es perfecta porque tú me amas y yo te amo?
Andrés me regaló una de sus más hermosas sonrisas.
—No tenemos que fingir —susurró— todo estará bien porque te amo y me amas... lo prometo.
Me dio un beso más y salió de la cama, tomó su pantalón del piso y se vistió.
—Iré a vestirme a mi habitación —lo miré sorprendida.
—Debiste confiar más en tu poder de seducción y te hubieras ahorrado el gasto de esa otra habitación...
—Contigo no doy nada por sentado, hermosa —admitió, sonreí aún más orgullosa— la verdad no pretendía seducirte antes de la cena, pero tu rebeldía y mis ganas de controlarte no ayudaron.
Me reí y él se apoyó de la cama para darme un beso de despedida.
—Vendré por ti en 30 minutos...
—Estaré lista en 20 —respondí.
Andrés me dio un beso profundo y se alejó. Tomó la ropa que había dejado en el suelo y caminó hacia la puerta mientras yo admiraba el movimiento de su cuerpo, la seguridad con la que se movía.
—Mueve el culo, hermosa —ordenó antes de marcharse.
Me dejé caer sobre la almohada y me permití sonreír de felicidad, de una que hacía mucho tiempo no sentía y que sabía él era el causante.
Un vestido verde esmeralda, corto y elegante fue lo que decidí usar esa noche. Había atado mi cabello en una cola alta y maquillé mi rostro de modo discreto.
Como lo había prometido, solo 20 minutos me llevó estar lista.
Tomé mi móvil, la tarjeta de la habitación y salí. Me detuve frente a la habitación de Andrés y golpeé con suavidad la puerta. Miré los altísimos zapatos de tacón que no pensé usar, pero que al saber cuánto le habían gustado, los eligí.

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Medianoche
RomanceNunca quise una segunda oportunidad, no para el amor, no para un sentimiento que rompió mi corazón. Yo solo quería vivir, disfrutar de mi nueva libertad y follar, no importa con quién, de todos modos todo sería temporal, pero entonces apareció él...