Estaba de pie frente a ese grupo de personas con las que llevaba años trabajando, a las que había visto día tras días y a las que esa mañana les estaba diciendo adiós.
—Quiero aclarar que hice todo lo que estaba a mi alcance para evitar que ella nos dejara —comentó el señor Beltrán frente a todos, le sonreí con cariño— Te echaremos mucho de menos... —me dijo y sentí ganas de llorar, de nuevo— Y quiero que recuerdes que, si en algún momento decides volver a Madrid, las puertas de esta editorial estarán abiertas siempre para ti.
Respiré profundo cuando empezaron a aplaudir y me acerqué a mi jefe para darle un brazo de agradecimiento por todos esos años de confianza que depositó en mí.
—Si hubiera sabido que tu intención era llevarte a Anabelle —susurró mi jefe mirando a Andrés— no hubiera sido tan amable contigo.
Sonreí y lo miré, allí junto a la puerta, cerca de mí, esperando por mí, como ha estado esperado los último seis meses.
—Lo siento —susurró mi hombre— Pero necesito a mi chica cerca... —el señor Beltrán sonrió— Además, le dejaré a mi hermana en su lugar y confió que hará un buen trabajo aquí.
—Espero que así sea o iré a San Francisco por ella.
Todos rieron y brindaron por la nueva vida que estaba a punto de empezar fuera de mi país, del otro lado del mundo donde solo lo tendría a él... exáctamente lo único que necesitaba tener.
Después casi dos horas de estar despidiéndome de cada una de las personas con las que había trabajado, me tomé un momento en la entrada de la oficina, esa que habia ocupado durante más de cinco años, donde aprendí tanto.
—Joder —susurré cuando sentí las lágrimas mojando mis mejillas— Que llorona soy...
—Una hermosa llorona —respondió Andrés besando mi mejilla.
Cerré los ojos y me tomé un momento para calmarme.
—No pensé que sería tan difícil —admití.
—Siempre es difícil cerrar una etapa, más cuando ha sido importante para ti.
Suspiré y besé sus labios. Él sostenía la caja de mis pertenencias y tomó mi mano para sacarme de allí.
—Creo que eso es todo —susurré— pero si olvido algo Pamela puede llevarlo la próxima semana...
—No voy a negarlo —comentó él cuando llegamos hasta los elevadores— estoy sorprendido de que la hayas convencido a Pamela de volver a San Francisco —sonreí orgullosa.
—Ayudó que haya terminado con el novio...
—Pero ella se ve tranquila —comentó Andres cuando subimos al elevador— harán un gran equipo en la editorial.
Él se giró y dejó su mano libre a un lado de mí.
El recuerdo de aquella vez en este mismo elevador me hizo sonreír.
—Deberíamos repetirlo... —susurró el descarado pasando su lengua por mis labios— como despedida, solo para confirmarte lo placentera que será tu vida a mi lado.
La idea me encantó, pero sabía que en esa oportunidad no tendríamos tiempo.
—¿Ahora entiendes por qué no te llamé? —le pregunté, él sonrió— Sabía que perdería la cabeza por ti...
—Estaba en tu destino, princesa —me besó y yo suspiré— de una u otra manera ibas a entrar en la vida.
Y despues de tantas coincidencias, tantas casualidades también acepté que sería así, aunque siempre me quejaré por lo mucho que tardamos en entrar en la vida del otro.

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Medianoche
RomanceNunca quise una segunda oportunidad, no para el amor, no para un sentimiento que rompió mi corazón. Yo solo quería vivir, disfrutar de mi nueva libertad y follar, no importa con quién, de todos modos todo sería temporal, pero entonces apareció él...