La hija de Juan

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Aquel día Juan prescindió del ascensor y bajó a la calle por las escaleras, a pesar de llevar bastón por culpa de una ciática que le estaba matando desde hacía años. Eran cuatro pisos con sus descansillos correspondientes y a veces era como descender a los infiernos, pesado, cansado y agotador, y otras le daba vida, fuerza y ganas de que no terminaran los escalones. Subir las cuatro plantas era ya harina de otro costal, era más complicado y escabroso. Llegaba medio asfixiado y se tenía que relajar durante un buen rato sentado en la única silla de la cocina.

Llevaba la lista de la compra en un bolsillo y el dinero que tenía presupuestado en otro. Iba repasando y enumeración aquellos productos que le eran imprescindibles para su sustento. Hacía muchos años que vivía solo, pero a pesar de ello no terminaba por organizarse debidamente y siempre le faltaba algo, o se olvidaba de las tareas que tenía que hacer, limpiar, barrer, planchar, Unas veces adrede y otras porque no le apetecía.

Entró en el supermercado y aunque no le hacía falta cogió un carrito y empezó por un largo y atiborrado pasillo de productos de limpieza, iba despacio y viendo con deseo aquello, porque todo de los estantes le venía bien. Se le pasó aquella ansia cuando dio la vuelta al pasillo para coger otro de los muchos que tenía el establecimiento. Esté lleno de frutas y verduras el otro de carnes, de lácteos, de galletas, Era una tarea de titanes poder elegir el producto más adecuado y de mejor precio. Durante un buen rato estuvo deambulando con el carrito hasta que decidió ponerse en la cola más concurrida. Cogió un par de manzanas y una ristra de plátanos, un blíster de peras, una botella de leche, un poco de fiambre y un filete de ternera. Si se le olvidaba algo ya vendría de nuevo.

En esa caja estaba Teresa una cajera de lo más simpática, y una de las pocas personas que le hacía sonreír. No sabía si era alta o baja siempre la había visto sentada delante de la caja; de ojos negros, morena, de aspecto robusto y rostro suave y agradable. No le importaba esperar siempre que le cobrará Teresa.

— ¡Qué! ¡Don Juan! Hoy tenemos fiesta de fruta.

La sonrisa de Juan iluminó el espacio, mientras rebuscaba en su bolsillo, intentando sacar el dinero de su presupuesto de comida.

—No. Me llevo un filete de carne superior para celebrar mis ochenta cumpleaños.

— ¿Para usted solo? ¿Y su familia?

—No tengo a nadie. Así, no discuto. –y se echó una risa burlesca— Tuve una hija. Se fue de casa hace mucho tiempo y no he vuelto a saber nada de ella desde entonces.

El brillo de felicidad que Juan veía alrededor de la cajera desapareció tan rápido que se quedó sumido en una neblina de tristeza. Teresa cerró la caja y acompañó a Juan hasta la zona de postres y le regaló un pastel, para después del filete.

Juan entraba por la puerta grande en la etapa de la ancianidad, última fase del proceso de envejecimiento, pero sin que nadie le tirara de las orejas. Pensaba en su vida pasada llena de tumultuosos episodios donde la ineptitud y la ignorancia ganaban al conocimiento y a la sensatez. Uno de tantos disparates y el más lamentable fue el enfrentamiento airado y delirante que tuvo con su hija Rebeca, a la que acusaba de ingrata desnaturalizada y nada empática con él. La furia y la exasperación de Rebeca no tuvo límites y la discusión terminó con la huida enfurecida de la casa de su padre. De esto habían pasado ya diez años y desde entonces sin ninguna noticia de su hija. No hacía mucho que su madre había fallecido y a Juan aquello le vino muy grande; su dolor era inmenso, le faltaba la mujer de su vida, fue egoísta y no pensó en su hija a la que la muerte de su madre la pilló en plena pubertad. Los consejos, las charlas y las caricias se habían terminado, era ella y el mundo, con su padre no podía contar estaba sumido en la oscuridad de los recuerdos. No hablaba, y cuando lo hacía era para reprochar, maldecir, y denigrar a la persona que estaba a su lado y que le quería. Con los años se dio cuenta de su tremendo error, y ahora estaba allí solo delante de un filete de ternera normalito y a punto de comerse un pastel que una cajera de un supermercado le había regalado para que celebrase su cumpleaños.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2023 ⏰

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