II

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— ¿Algo útil?- Preguntó el jefe de Monoma, removiendo su taza de té, la cual estaba soltando una cantidad impresionante de vapor. Neito se cruzó de brazos, parado en el marco de la puerta, recién estaba entrando.

— No es culpable.- Cerró la puerta en el momento en que entró, mirando de reojo al pelimorado, quien se las había arreglado para salir de vigilancia mientras era supervisado por Neito.

— ¿Está seguro?- Preguntó el jefe, aunque empezaba a sonreír con aires de triunfo.

— Tengo las pruebas.- Respondió, extendiendo los resultados de los exámenes médicos. No sabía cómo, pero el ojeroso se las había arreglado para salir negativo en todo. "No he probado drogas en mi vida" retumbaba en su cabeza, pero no lo creía, ninguna persona común se resistiría a tener droga al frente y no probarla. Seguro tenía un truco, y aunque esto ahora le preocupaba por la cantidad de drogadictos que podrían evadir la justicia usando ese truco, ahora lo que importaba era lo único que movía el mundo de Neito: el dinero.

Revisó con precaución la hoja, todo negativo. Ni una sola sustancia ilegal, solo un poco de alcohol, pero en una porción inofensiva. El jefe sonrió y miró a Neito, quien parecía paranoico, mirando la puerta de reojo cada vez que escuchaba un ruido. El señor frunció el ceño, asumiendo que Neito tenía prisa por irse.

— Buen trabajo.- Se limitó a decirle, extendiéndole la hoja de resultados otra vez. Ambos hombres asintieron al mismo tiempo, y Neito se largó igual de rápido como había entrado.

Tan pronto como salió, sintió cómo su camisa era jalada. Fue arrastrado a pocos metros de la oficina, ahora en un pasillo diminuto. Hitoshi estaba al frente, extendiendo un par de billetes sin mucho cautelo. Neito agarró rápido el dinero, quejándose en voz baja para sí mismo. El pelimorado se cruzó de brazos, sin irse.

— ¿Qué quieres ahora?- Le preguntó el rubio, quien había estado a segundos de irse corriendo de ahí.

El de ojos violetas no respondió. Parecía renuente a irse.

En cuestión de segundos, jaló a Neito cerca, cubriéndole la boca al ver que iba a soltar un grito de ayuda. Ambos se pegaron a la pared. Y ahí estaban, los oficiales de seguridad que habían dejado libre a Hitoshi por un tiempo limitado, y solo si Monoma lo supervisaba. Estaban hablando con el jefe, quien estaba confundido, nunca había ordenado que Neito se llevara al criminal con él a ningún lado. Neito revisó su reloj de mano, y claro, se había pasado por un mísero minuto. Empezó a quejarse para sí en su mente, los policías nunca llegaban temprano para lo importante, pero para esto llegaban hasta antes. Giró los ojos y miró al criminal, jalando el brazo ajeno para que lo quitara de su cara.

Minutos que parecieron eternos después, los oficiales se largaron, empezando a patrullar las calles en busca de Hitoshi. Neito fue jalado otra vez hacia afuera del pasillo y en cuestión de un parpadeo, ya estaba a un par de metros del ascensor. Ya adentro, Hitoshi por fin habló.

— ¿Quiere jugar al héroe? Bueno, no queda mucha opción.- Neito levantó una ceja, retrocediendo y apoyándose en las paredes del ascensor. Hitoshi no reaccionó mucho. — Finja que me atrapó, y estaremos fuera de peligro.- Monoma pareció ofenderse consigo mismo, ahora estaba siendo parte de otro delito. Se culpaba por la "simple" acción de aceptar un soborno, ahora estaba en una bola de nieve.
— ¿O prefiere quedar sin trabajo?- Neito volvió a ofenderse, pero ahora con el pelimorado. Se cruzó de brazos y dio un paso al lado del criminal, parecía que este sabía cómo hacerlo reaccionar. Derrotado, se quedó al lado de Hitoshi hasta llegar abajo. Fueron localizados por un policía poco tiempo después, solo habían dado un par de pasos cuando sintieron los ojos de todos los oficiales.

Neito fingió los aires de grandeza tan característicos de él, volviendo a sus gestos dramáticos y a su excentricidad. — Pff, no busquen más.- Se señaló a sí mismo con el dedo pulgar. — Yo lo encontré. Intentó escaparse por un minuto, pero...- Rió para sí mismo — ¿Quién sería capaz de escapar de mí?- Sus nervios estaban se ocultaban detrás de su gran actuación, hasta empezó a creer su propio relato. Jaló al pelimorado sin mucha vergüenza, entregándolo a los oficiales. Se estaba burlando de él con la mirada y su sonrisa de oreja a oreja. El pelimorado suspiró, prefería al Monoma asustado que al ruidoso y dramático imbécil. Se dejó detener por las autoridades, observando cómo Neito relataba y presumía de su supuesta agilidad, fuerza y astucia con los oficiales, quienes le creían sin duda alguna. Neito lo miró de reojo una última vez, una chispa de terror atravesó sus ojos, Hitoshi solo lo ignoró.

I Guess You're Addictive. │ 𝘚𝘩𝘪𝘯𝘮𝘰𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora