19. PERDONAME

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Cuando llegaron a la casa familiar, Sergio se dirigió a su habitación.

Lorenzo e Irene también subieron a su habitación, mientras Pilar decidía tomar el aire en el jardín posterior.

— Perdóname — le dijo Lorenzo e Irene tras cerrar la puerta — sé que todo esto no es como imaginaste, que nuestra noche de bodas no fue como deseaste, pero prometo que te lo compensaré.

— No importa — justificó Irene cuando él se volvió para mirarla directamente a los ojos — Lo importante es que todo ha acabado bien y estás aquí.

— Y tú no te has ido — añadió él.

Irene sonrió.

— No podía dejarte con todo esto.

— Gracias.

Se acercó a ella que estaba en medio de la habitación y la rodeó con sus brazos acercándola a él.

— Creo que aún no hemos estrenado esa cama, ¿no? — se insinuó él.

— No, la verdad es que no — respondió ella sonriendo.

En los últimos días, casi ni había pensado en el sexo y mucho menos en hacerlo con Lorenzo, pero realmente lo había echado de menos.

Lorenzo la besó y ella correspondió aquel beso. Se acercaron a la cama sin dejar de besarse. Él le quitó la camiseta que llevaba y ella empezó a desabrocharle el pantalón.

Por un segundo, la imagen de Mónica se le vino a la mente, pero intentó apartarla, concentrándose en su mujer, en aquellas caricias, de aquellas suaves manos que lo tocaban. Se desnudaron el uno al otro despacio y cuando ambos estuvieron completamente desnudos. Lorenzo puso a Irene de cara a la cama y dándole la espalda a él, luego le ordenó:

— Ponte en cuatro sobre la cama.

Irene sonrió y obedeciéndole le dijo:

— Te gusta tender el control.

Lorenzo sonrió también y respondió:

— Siempre.

Verla en aquella posición con el culo hacía él y aquella dulce barriga de embarazada colgando le excitó aún más de lo que ya estaba.

Se acercó a ella, acarició el húmedo sexo femenino haciendo que Irene gimiera excitada y cuando introdujo uno de sus dedos en ella, sintió como el femenino sexo lo apretaba. Lo movió dentro y fuera unas cuantas veces. Luego lo sacó, se puso sobre ella, cuál lobo que posee a su hembra. Buscó los femeninos pechos con sus manos y los sobó, parecían más hinchados que la última vez que los había tocado. Irene estaba a mil, sentía la hinchada polla descansando sobre su culo. Y cuando sintió que Lorenzo la dirigía hacia su húmeda vagina, no pudo evitar sentir el deseo creciendo en ella. Y el momento en que se unieron por fin, fue apoteósico para ambos, como si sintieran que se pertenecían, que aquello era lo que tenía que ser, dos personas amándose. Lorenzo empezó a moverse despacio, entrando y saliendo de ella con una cadencia maravillosa. Irene se sentía dichosa, en ese momento, sentía como Lorenzo la poseía a la vez que su bebé se movía en su interior, como si lo estuviera celebrando con sus padres. Y eso hizo que se sintiera la mujer más feliz del mundo. Empezó a sentir el orgasmo y un par de lágrimas inundaron sus ojos. Se sentía plena y feliz. Y en pocos minutos y justo a la vez que su amante esposo se corrió en un maravilloso orgasmo.


* * *

Sergio bajó tras arreglarse, había quedado con Rosa y no quería defraudarla. En los últimos días, y gracias a todos los acontecimientos, entre ellos había surgido algo muy hermoso y tierno. Se sentía muy bien cuando estaba con Rosa. Casi podría decir que por primera vez se había enamorado. Salió al jardín donde estaba su madre tumbada en una de las tumbonas tomando el sol.

MAMA POR SORPRESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora