Por el salón.

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Bueno, empecemos por el inicio. Llevé mi curso de Derecho Laboral, todo bien, no era de las que participaba mucho pero, de todas formas, Israel (llamaremos así a mi profesor) me tomaba en cuenta. Todo el curso lo llevé virtual y no me arrepiento, ya que, si lo hubiese hecho presencial, probablemente nunca me lo hubiese topado. Israel era un profesor capaz, simpático, un poco tardón, pero demasiado inteligente, se me hacía lindo, aunque a simple vista no lo fuese. Pienso en él y no puedo evitar sonreír. 

Sigamos.

Pasé el curso con 19 y tenía miedo de meterme con él en otro curso, porque sabía que Israel tenía altas expectativas de mí; sin embargo, me matriculé con él pero ahora de forma presencial. Fui linda, no pensando en él, sino solo quería verme bien, aún no pensaba en él de otra forma y lo seguía viendo como un profesor más pero gracioso. Pasaron los días y yo me decidí por sentarme adelante desde la tercera semana, adelantito, cerca de su escritorio. Ahora que lo pienso, realmente no sé en qué momento me comencé a obsesionar o si quiera a pensar de él o el porqué pasó eso. Aunque ahora que lo analizo mejor, fue después de parciales, puesto que, en esa semana comencé a extrañarlo, pensaba en que esperaba que Israel me viese linda cada lunes (que eran los días en que los veía). 



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⏰ Última actualización: Jun 30, 2023 ⏰

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