Prólogo

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     Nunca nadie se había ocupado en recoger cada una de mis lágrimas y las había usado para regar el jardín que yacía seco y muerto en mi alma , hasta que él llegó.

   Lleno de buenas vibras y pensamientos positivos, su sonrisa siempre hacía crecer la mía, en cualquier situación.

   Un momento. ¿De verdad estoy diciendo esto? ¿De verdad estoy pensando en alguien de esa forma?

    Todo estaba regular hasta ese: "Siempre puedes confiar de nuevo y en quién menos te lo esperas"

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