El beso en la playa

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El héroe sin harem

Capítulo 27: El beso en la playa

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Saliendo de la pared de agua, fueron donde dejaron sus ropas y empezaron a mudarse con ropa seca. El cansancio hizo que agradecieran posar las plantas de sus pies sobre la arena caliente del desierto.

Su conversación fue casual, al llegar a la cabaña, As los estaba esperando, estirando el cuello lo más que podía.

—¿Todo bien?

—Todo bien, ¿por qué preguntas?

—¡Por nada, mi coralito! ¿Dónde se metió ese ladino? —preguntó para disimular y poniendo su mano a modo de visera al otear a lo alto.

—Si buscas a tu ex compañero, se fue a pasear por allí, ya volverá cuando tenga hambre.

—Claro, tienes razón. Parece que ya lo conoces bien.

—Sí, ya llevo más de un año con él, le conozco la mayoría de sus mañas. Cambiando de tema, ¿averiguaste algo en el pueblo?

—Sí, fui con un taumaturgo y me reveló que la base de los hombres tortuga no está en lo profundo.

—¡Qué bien! No tendremos que mudarnos, ¿ya planeaste algo, papá?

—Más o menos; como dijiste, coralito, los hombres tortuga viven cerca de las fumarolas subacuáticas, se alimentan de lo que crece al abrigo de esas cosas. Si las destruimos, no tendrán más remedio que ser ellos los que se muden a otro lugar, de esa forma estarán tan lejos, que no creo se animen a seguir invadiendo el pueblo.

—Suena lógico, pero ¿cómo le haremos para destruir las fumarolas? ¿Tienes algún hechizo o algo? —preguntó Amador.

—Poseo un objeto de mis tiempos de héroe de otro mundo, un orbe, con ese podríamos explotar las fumarolas.

—¿Qué estamos esperando entonces? Muéstranos esa cosa —dijo con una sonrisa, sonrisa que era compartida con Jessie.

Eh, con respecto a eso —dijo y se rascó la nuca, evitando el contacto visual con Amador y su hija—, no lo tengo en este momento.

—Entiendo, algo así debe de ser peligroso, no querrías tenerlo en el mismo lugar donde vive Jessie.

—¿Lo enterraste en algún lugar?

—No, yo, bueno, es gracioso, verás, tuve que venderlo.

—¡¿Hiciste qué?! ¿Por qué lo vendiste?

—Tenía que hacerlo. Desde que me separé de tu madre, que no me va muy bien que digamos, ella, ella era la que nos mantenía. —La hija dio zapatazos contra la arena.

—Tranquila. A ver, dime a quién se lo vendiste, ¿puedes recuperarlo?

—Sí, supongo, no soy idiota, no se lo vendí al primero que encontré y al mejor precio.

—¿A quién? ¿A quién se lo vendiste? —preguntó la hija.

—A tu tío, Morgan.

—¿Tu tío?

—No es mi tío, así me acostumbré a llamarle, es una buena persona, pero le gusta empinar el codo, al igual que papá.

—No digas eso, coralito, tu tío no bebe tanto, ¡y es buena persona, Amador! Seguro entiende y nos devuelve el orbe, ya veré que hago con el dinero.

—¿Tan mal estamos? No lo entiendo, eras el héroe de otro mundo cruzando el mar, ¿no pudiste pedirle dinero al rey?

—Respecto a eso, no es tan fácil, yo...

Isekai: El héroe sin harem (Completa. De Bolivia para el mundo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora