CAPÍTULO 20

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Sábado 16 de noviembre

Bingley y yo cabalgamos hacia el Este esta mañana y examinamos más la estancia. Él estaba satisfecho con todo cuanto veía y lo encontró a todo maravilloso. Yo remarqué que las vallas estaban rotas y que la tierra necesita drenaje, pero él sólo dijo: "Sí, supongo que si". Sé que es de naturaleza fácil, pero había más complacencia en él que lo habitual. Sospecho que en realidad no prestaba atención, si no que estaba preocupado por Miss Bennet. Es desafortunado que se haya enfermado mientras visitaba a sus hermanas. Eso ha revolucionado la casa. Y me ha traído demasiado contacto con Elizabeth. Fiel a mi resolución, no le presté atención a Elizabeth cuando entró en la habitación con su hermana esta mañana, cuando Bingley y yo regresamos de cabalgar.

Después de intercambiar saludos, Miss Bennet pidió que le prestaran el carruaje de Bingley. "Mi madre no puede disponer de nuestro carruaje hasta el Martes, pero yo estoy bastante recuperada y no deseamos abusar de su hospitalidad por más tiempo", dijo.

Sentí una mezcla de emociones: alivio de que Elizabeth se fuera pronto de Netherfield, y pena porque no podría hablas más con ella. Bingley no compartió la opinión de Miss Bennet.

"Es demasiado pronto!" protestó. "Usted puede sentirse mejor mientras está sentada junto al fuego, pero no está lo suficientemente bien como para emprender el viaje. Caroline, dile a Miss Bennet que debe quedarse".

"Querida Jane, por supuesto debe quedarse", dijo Caroline. Noté frialdad en su voz, y no me sorprendió cuando agregó: "No podemos dejar que se marche antes de mañana".

Una estadía de más de un día extra no la complacía. Bingley miró sorprendido, pero Miss Bennet accedió a la sugerencia. "Incluso mañana es demasiado pronto", protestó Bingley.

"Es muy amable de su parte, pero realmente debemos irnos entonces", dijo Miss Bennet. Ella es una muchacha dulce pero también puede ser firme, y nada de lo que dijera Bingley la disuadiría. Yo estaba consciente de la necesidad de estar en guardia durante este último día.

Le he prestado a Elizabeth demasiada atención durante su estadía, y, tarde, me había preocupado de que pudiera haber fomentado especulaciones. Resolví deshacerlas, si de hecho se habían formado. Escasamente le dirigí diez palabras en todo el día, y cuando desafortunadamente me quedé solo con ella por media hora, me apliqué a mi libro y no la miré ni una sola vez.

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