CAPÍTULO 40

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Lunes 14 de abril

Estaba dando un paseo por los parques esta mañana cuando mis pasos inconscientemente me llevaron a la parroquia. Encontrándome afuera no pude, educadamente, pasar de largo, y llamé para presentar mis respetos. Para mi horror, allí encontré a Elizabeth sola. Ella parecía tan sorprendida como yo, pero no estaba, pienso, molesta. ¿Por qué estarlo? Debe ser satisfactorio para ella pensar que me ha cautivado. Me ofreció asiento, y no tuve otra opción más que sentarme.

"Lamento la intrusión", dije, sintiendo la incomodidad de la situación, y queriendo asegurarme que ella supiera que no había sido a propósito. "Tenía entendido que todas las damas estaban en casa".
"La señora  Collins y María se fueron de compras al pueblo", respondió.
"Ah".

"¿Lady Catherine está bien?" dijo al fin.
"Sí, se lo agradezco. Está bien". Silencio.
"¿Y la señorita de Bourgh? ¿Ella se encuentra bien también?".
"Si, gracias. Lo está". Otro silencio.

"¡Cuán repentinamente se fueron Ustedes de Netherfield el  último noviembre, Mr Darcy!" comenzó. "Debe haber sido una sorpresa agradable para Mr Bingley verlos tan pronto; porque, si no recuerdo mal, se había ido sólo el día anterior. ¿El y sus hermanas se encontraban bien, supongo, cuando dejó Londres?".
"Perfectamente, gracias".

"Tengo entendido que Mr Bingley no tiene ideas de regresar a Netherfield de nuevo".
"Nunca lo oí mencionarlo, pero es probable que pase muy poco tiempo allí en el futuro. Tiene muchos amigos, y está en una época de la vida en la que los amigos y los compromisos continuamente aumentan".
"Si tiene pensado ir tan poco a Netherfield, sería mejor para el vecindario que dejara el lugar por completo, para darle la posibilidad a una familia para que se establezca allí. Pero tal vez Mr Bingley no tomó la casa tanto para conveniencia del vecindario, y debemos esperar que la mantenga o la deje en base a los mismos principios".
No me agradaba el tema, pero contesté con suficiente cortesia.

"No me sorprendería que lo dejara, tan pronto como aparezca una oferta razonable". Debería haberme ido de la parroquia entonces. Lo sabía. Y aún así no pude irme. Hay algo en la forma de su cara que invita a mis ojos a seguirla, y algo en la caída de su cabello que me hace querer tocarlo. Ella no decía nada, y una vez más estuvimos en silencio.
No podía decir lo que estaba pensando, y aún así me encontré con que no podía irme.

"Parece ser una casa muy confortable", dije.
"Sí, así es".
"Debe ser agradable para la señora Collins estar establecida a una distancia tan corta de su familia y amigos".
"¿Una distancia corta ha dicho?" preguntó sorprendida. "Son cerca de cincuenta millas (80 km)".
"¿Y qué son cincuenta millas con una ruta en buen estado? Poco más de medio día de viaje".
"Nunca hubiera considerado la distancia como una de las ventajas de la unión", protestó Elizabeth.
"Eso prueba su propio apego al condado de Hertford. Todo lo que se encuentre más allá del vecindario de Longbourn, supongo, le parece lejano", dije.

"No quise decir que una mujer no pueda establecerse lejos de su familia". Ah. Ella sabe lo ruin de sus relaciones y no se apenaría de alejarse de ellos. Cuando se case, podría dejarlos atrás.
"Pero estoy persuadida de que mi amiga no diría que se encuentra cerca de su familia a menos que se encuentre a la mitad de la presente distancia", continuó.

"Usted no tiene derecho a sentirse tan apegada a su lugar", dije, acercando mi silla un poco mientras hablaba, porque sentía un deseo creciente de estar cerca de ella. "Usted no siempre debió estar en Longbourn".
Ella me miró sorprendida, y yo me detuve. Casi me dejo llevar por mi admiración y la tentación diciendo que ella no tendría objeción de vivir en Pemberley, pero había ido muy rápido y estoy agradecido por ello. Su mirada de sorpresa me salvó de entrar en un curso de acción del que seguramente me arrepentiría. Alejé mi silla, y tomando un periódico, miré por encima.

"¿Le gusta a Usted Kent?" pregunté, con suficiente frialdad como para derribar cualquier esperanza que ella pudiera haberse formado por mis modales previos.

"Es muy placentero", dijo, mirándome con perplejidad. Entramos en una discusión sobre sus atracciones, hasta que fuimos salvados de necesitar más conversación por el regreso de Mrs Collins y María. Estuvieron sorprendidas de verme allí, pero expliqué mi error y me quedé sólo unos minutos más, luego regresé a Rosings.

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