CAPÍTULO 01

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CAPÍTULO 01

2023

—¡ESTE ES UN SON DEDICADO A MICKEY,
Y A TODA SU FAMILIA
Y A IÑAKI SU HERMANO!

Iba en la camioneta camino a el lugar, Damián me había mandado la localización. El lugar estaba lejos. Hacía una hora en camioneta con poco tráfico.

—Semáforo rojo, joder. Algo tienen contra mí los semáforos. —Baje la velocidad y me detuve cuando estaba cerca de él. El colmo de todo esto es que no había nadie pasando por la otra avenida.

¿Y si me pasó el semáforo? No hay nadie en este momento y no hay un tránsito para multarme. No, no debo confiarme, por ahorrarme cinco minutos puedo recibir una puta multa. Agh, maldita moral.

La canción terminó y en lo que cambiaba el semáforo decidí cambiarla por... por algo más tranquilo, “Cupid” de Jack Stuber; voy a llorar. Hashtag broma.

El semáforo cambió a verde y dejé el celular para seguir el camino.

Cuando faltaban dos minutos me di cuenta que no era un lugar muy concurrido, de hecho, parecía un pueblo fantasma. Diría que me da mala espina, pero soy muy escéptico ante ello, me da más miedo que alguien llegue con un cuchillo “celular y cartera, carnal.”

Llegué y estacioné la camioneta al lado de reojo vi al señor, que por cierto se llama Esteban y a mi amigo. Ellos se acercaron y yo bajé el vidrio, llevaba unos lentes negros y no los voltee a ver, por la poca altura de la camioneta los podía ver hacia abajo. Sí, me veía presumida.

—Mamona —Damián soltó, cruzado de brazos mientras me veía con enojo. ¿Te he mencionado que Damián es Mexicano? ¿No? Bueno, ya lo sabes, por eso usa algunos modismos de allá.

(🎼: Desconozco si en otros países se usa mamón/mamona con el mismo significado o si se usa, una disculpa)

—Di lo que quieras, me veo fabuloso —ignoré su adjetivo despectivo.

—El único fabuloso que conozco es el limpiador líquido.

—Ajá.

Dejé los lentes y bajé de la camioneta.

—Aquí estamos, ahora a iniciar.

Metí las manos a mis bolsillos y comencé caminar a la entrada junto a los dos.

1972

Estoy en la entrada del estudio, qué asco, venir a trabajar en las mañanas. Levantarme a las cinco de la mañana no es algo “superwow”, como dicen los jóvenes, me siento una anciana.

—¡Lena! —Caleb me tomó del brazo y me llevó más adentro del estudio.

—Hola —dije sin muchas ganas mientras me dejaba llevar por él.

—¿Por qué ese ánimo? —sonrió y ahora colocó su brazo en mis hombros.

—Son las siete de la mañana, no esperes que este de buen humor.

—Vamos a tomar un café, te levantará los ánimos.

Llegamos con el staff y saludamos a todos. Estaba sentada mientras esperaba que la cafetera calentará el café.

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