capitulo 12

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Sin ubicación.
Sin fecha.
Sin hora.
Antonio.

¿Qué día es hoy?

No abro los ojos ni tampoco me muevo, el cuerpo entero me arde ni siquiera tengo idea de dónde mierda estoy.

- ¿Dormido? - Pregunta la voz irritante de Carlo.

- No - Respondo y la garganta se me quema.

- Quiero hablar un rato contigo primo - No digo nada pero el muy hijo de puta me toca la herida de las costillas haciendo que abra los ojos - Tu esposa me volvió atacar.

- Que bien - Suelto con ironía y mete el dedo más en la herida.

- No sabe cómo moverse - Saca el dedo de golpe y me muevo tapando la herida con mi palma - Esto lo ganó fácil - Se levanta - Siempre tan ayudante y por cierto ¿Quieres que venga un doctor a verte?

Volteo los ojos y me veo la cortada profunda que seguramente se va a infectar como todas las que he tenido.

Viene el supuesto doctor, me ve y saca un hilo con aguja, me quita el brazo y comienza a cerrarla nuevamente, sin anestesia y yo solo pienso en que estarán haciendo.

Se va y me quedo sentado en la supuesta cama, veo la reja al frente de mi un hombre descomponiéndose, suelto el aire y vuelvo acostarme viendo el techo haciéndome una sola pregunta.

¿Volveré?

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Sin ubicación.
Sin fecha.
Sin hora.

- ¿Sabe que día es hoy? - Me pregunta el idiota y yo a duras penas puedo negar - Eres un mal marido - Me dan un golpe en las costillas - El cumpleaños de tu amada ¿Quieres verla? - No contesto y otro golpe haciendo que esta vez si me queje.

Me muestra una foto de ella con la niña en brazos en una playa, la bebé está mucho más grande e Isabella ni se diga, sus facciones están madurando y su cuerpo ya no es el mismo. Veo el celular con aburrimiento sintiendo todo lo contrario.

- 22 añitos - Suelta y me sorprendo.

¿He pasado dos años aquí? ¿Pero en que...

Mis pensamientos se interrumpe cuando me dan otro golpe. Estoy sentado en una silla con las manos en mi espalda recibiendo golpe tras golpe pero mi cerebro está en la última vez que la vi.

Que pude tocar esa piel tan suave, que pude besarla, que pude escuchar su risa y su voz, que pude abrazarla y que ella me pudo tocar. Por lo que veo han pasado años pero siento que fue hace unas horas que sentí sus dedos contra los míos.

Los golpes se intensifican y no quiero pensar en Massimo ya que es como si tomara un taladro y me lo pusieran en el tórax.

Los golpes que recibo es nada comparado con el dolor que siento por dentro.

Los extraño demasiado.

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Sin ubicación.
Sin fecha.
Sin hora.

Fingiendo Estabilidad. [Libro 2 > Saga Bernocchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora